Enseñar a los niños a alimentarse
Cuando se habla de imitar la dieta ancestral, lógicamente no
recomiendo volver a comer insectos, frutas salvajes, animales de caza etc. Se
trata de modificar algunos hábitos dietéticos basados en la abundancia y en el
error evolutivo que supone no considerar el enorme potencial desplegado por el
hombre tecnológico.
La naturaleza ha premiado el sabor de la grasa y lo dulce
para permitir mayor supervivencia en épocas de duras de restricción calórica y
considerando, siempre, que eran alimentos con un acceso limitado. La tecnología
ahora nos permite acceder a estos alimentos de forma permanente, lo que supone
un reto metabólico para el que no estamos preparados.
En el deportista están desaconsejados los alimentos ricos en
grasa y los dulces, la razón es que aportan calorías exentas de nutrientes,
limitando por tanto su aporte (salvo que nos pasemos en la ingesta calórica),
pero también, porque fuerzan rutas metabólicas o generan desequilibrios.
Vamos a ver un ejemplo práctico en gráficos obtenidos del
programa informático que he realizado hace años y con el que trabajo en la
consulta.
Veamos el contenido de un grupo de alimentos que suelen
estar presentes en una ensalada aderezada con vinagre.
Observamos el bajo nivel calórico (solo 86,89 Kcalorías)
mientras que el aporte en micronutrientes es alto (superando en algunas
vitaminas el 100% de las necesidades diarias)
Ahora vamos a añadir una cucharada de aceite de maíz y
veremos como el contenido calórico se dispara (266,69 Kcalorías), al tiempo que
la relación n3/n6 disminuye drásticamente
Este argumento es suficiente para empezar a entender que una
dieta equilibrada de adulto debe comenzar a gestarse en la formación de hábitos
en la infancia, por ello es fundamental educar a nuestros hijos en los sabores
reales de los alimentos, eliminando las grasas, azúcares, sal etc y procurando
que sepan apreciar el sabor real de un tomate, una hoja de lechuga o un trozo
de apio. Solo estableciendo estos hábitos en la infancia, nuestro cerebro
asimilará la dieta equilibrada como forma natural y adecuada de alimentarse. Por
el contrario, ceder a los gustos exagerados por la grasa y dulces (chuches) en
la infancia es generar hábitos imposibles de cambiar.
Comentarios
No solo desde una perspectiva evolucionista, sino también desde una perspectiva cultural. Hasta hace poco tiempo la comida escaseaba y el trabajo era eminentemente físico, por eso era habitual que las fiestas se hicieran en torno a la comida, y comer cantidades grandes de comida cuando estaba disponible era algo bueno en ese entorno. Hoy nos comportamos del mismo modo en un entorno diferente. Yo insisto en que, además de lo que dice usted, que debemos educar a los niños (además de a nosotros mismos) a los sabores reales de los alimentos, también debemos educarlos/educarnos en un correcto comportamiento hacia la comida. Sabiendo disfrutar de una reunión sin que la comida esté de por medio, en saber parar de comer cuando no se tiene más hambre, en saber comer por nutrición y no solo por sabor.
En fin... poco más que añadir.
Un saludo desde Galicia.