El dopaje en España está de actualidad.
En 1985 (hace nada de tiempo….) estuve, como conferenciante
invitado, en el I Congreso Nacional de la, entonces recién creada, Federación
Española de Medicina del Deporte y recuerdo mi primer contacto con Eufemiano
Fuentes, entonces un polémico ginecólogo, que entró en la medicina deportiva -en
una época en que no existía la especialidad-, debido a su relación con Manuel
Pascua Piqueras, técnico vinculado a la Real Federación Española de Atletismo
(RFEA). El debut de aquél médico de mi edad en la medicina deportiva fue más
bien patético y recuerdo muy bien que yo estaba de moderador de una mesa
redonda en la que se presentaban comunicaciones orales y él habló de la bomba
sodio-potasio casi como un iluminado (si hubiera podido, le habría suspendido).
Allí se acabó su intento de llegar a la especialidad por la vía científica, y
empezó su brillante carrera por los vericuetos de los atajos y las trampas.
Posteriormente hemos llevado vidas profesionales muy
curiosas, porque si bien ambos hemos estado dedicados a tratar a deportistas de
elite, nuestra actuación ha sido profundamente opuesta. Todavía recuerdo cuando
yo asistía -en el recién creado Centro de Control y Evaluación del Deportista-,
a ciclistas profesionales (Lotus-Festina, Kelme, etc), los entrenadores venían
buscando la similitud con las prácticas de Eufemiano y terminaban decepcionados
al ver que nosotros no estábamos en la onda de “los atajos”. Fueron tiempos en
los que en Murcia se creó una escuela de ciclismo con un extraordinario
entrenador, Antonio Bravo. Nunca he conocido a un entrenador como él, excelente
persona y magnífico técnico. Siempre enseñaba el camino del esfuerzo yendo él
un paso por delante, me recordaba a otro extraordinario entrenador –que lo fue
de la Selección Española de Fútbol- Carlos Villar. ¿Qué hizo la Región por ese
fantástico capital humano y de experiencia?¿Donde está el reconocimiento a su labor?¿Quien le pone como ejemplo de pundonor, entrega personal y lucha contra el dopaje?
El paso del tiempo me ha demostrado que la historia del
camino fácil no es exclusiva de la medicina –estamos asistiendo a una tremenda
exposición pública de corrupción-. En cierta medida, es algo que llevamos, como
lastre, en las complejas relaciones sociales de nuestra especie. Hasta aquí,
todo parecería quedar en un problema de ética personal y de legislación –Ley
del dopaje, tolerancia cero etc etc- Sin embargo, no todo es personal, la
sociedad en su conjunto, también marca tendencias y permite comportamientos
mirando para otro lado.
Cuando era médico personal de ciclistas profesionales y les
comentaba la posibilidad de ir “limpio” a las carreras, todos me decían lo
mismo: “doctor, si no dejo que me pinchen y la carrera sale mal, me echarán del
equipo”.
Toda mi vida profesional he tenido que luchar contra la imagen
de "ignorante" ante la práctica generalizada del dopaje. La realidad científica
es que es muy sencillo recurrir a atajos. Hay poco que estudiar, todo se conoce
perfectamente, anabolizantes, autotransfusiones etc etc., cualquier culturista
aficionado se hace un experto en anabolizantes y “limpiadores” en un par de
ciclos. Sin embargo, en medicina del deporte, siempre ha parecido que los más
ignorantes éramos los que no entrábamos al trapo.
Escaso éxito profesional, bajos ingresos, mínimo contacto
con la elite de los entrenadores etc etc. Ese ha sido el camino que la sociedad
ha generado para los que nos hemos mantenido al margen. Por el contrario, enormes sumas de dinero, éxito, fama... en aquéllos que eran los científicos, los que conocían las maneras de evitar los controles y le daban el éxito fácil a sus "clientes" ¿No existe un
paralelismo absoluto con otras realidades sociales en España?
Si de verdad quieren acabar con esta lacra en el deporte, lo que hay que hacer es promocionar a los deportistas "limpios", a sus entrenadores, médicos etc La sociedad debe encumbrar no solo el éxito, sino también el esfuerzo y las buenas prácticas.
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