La imagen de los idolos deportivos de nuestros hijos

Los deportistas de élite mundial, son los gladiadores de la actualidad y, a su vez, son los referentes de los niños y jóvenes que sueñan con emular a sus ídolos y ser reconocidos socialmente como ganadores. Su imagen se ensalza por los medios de comunicación y su vida deja de ser privada para convertirse en un escaparate público.

La figura del referente y del ideal para los niños de la tribu siempre se ha unido al joven e intrépido cazador, enormemente importante para la tribu y portador de cualidades genéticas de fuerte atractivo para las hembras de la especie. Es lógico, por tanto, que los niños de la tribu buscaran parecerse al exitoso cazador capaz de ser valorado por los mayores y solicitado por las jóvenes.

La evolución de la especie, pasando de cazadores nómadas a agricultores y ganaderos y, posteriormente, la aparición de las primeras poblaciones, trasladó las hazañas de esos jóvenes cazadores a los prototipos de ganadores de competiciones, lances, juegos de aldeas etc. En este contexto, aparecieron las luchas de gladiadores y nacieron los primeros juegos olímpicos. Siempre en olor de multitudes y con el sentimiento de aceptación social y el deseo de imitar al ídolo por parte de los más jóvenes. En este contexto, siempre se ha tratado de unir las habilidades y capacidades físicas a valores personales de interés para la tribu y el resto de sus congéneres. El joven que encarnaba los valores tan deseados por los pequeños, debía ser portador de valores importantes para el conjunto de la tribu y, en ese sentido, ya se encargaban los ancianos de añadir esos valores creando la figura mítica de los líderes que se mencionaban al calor de la hoguera tribal, en esos relatos referidos una y otra vez de generación en generación, creando héroes y magnificando figuras históricas, hasta hacerlas leyendas capaces de elevar a la categoría de dioses a sus referentes.

Aunque parezca mentira, cada domingo vemos repetirse estas escenas en nuestros campos deportivos, en donde miles de niños suspiran por una firma de sus ídolos, no menos capaces de hazañas muy por encima de la capacidad real del ser humano, como las que generaron esas leyendas (la mano de dios, le llamaron los medios a una jugada de fútbol de uno de estos gladiadores contemporáneos).
Sin embargo, nuestra sociedad es mucho más compleja y los ídolos deportivos no siempre encarnan las virtudes que se precisan para la vida en la nuestra compleja red de relaciones e intereses. Deportistas de élite envueltos en denuncias por malos tratos, conducción temeraria, vida displicente y poco ética, denuncias por amaños o dopaje son, desafortunadamente, muchos de los actuales ídolos. Nuestra sociedad depende de los científicos aislados y apenas considerados, de los voluntariosos jóvenes que anónimamente llenan las organizaciones sin fronteras como voluntarios solidarios; de madres y padres abnegados que conjugan trabajo y educación, comprometiéndose con la formación integral de sus hijos… Todos ellos anónimos, sin imagen social, sin glamour ni éxito económico y que no aparecen jamás en los medios de comunicación. 

Tremenda contradicción de nuestra inmensa y caótica tribu actual.

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