Sobre antioxidantes.....
Hace unos meses (en mayo pasado),
escribí una entrada sobre los fenómenos oxidativos y la ingesta de
antioxidantes. Recuerdo, al respecto, que hace más de quince años le aventuré a
mi mujer (también médico) que los antioxidantes serían, en el sigo XXI lo que
las vitaminas fueron en el anterior. No me equivoqué (lástima no ser un
empresario y dedicarme al sector de la alimentación para deportistas). De
hecho, estamos en plena explosión de productos dedicados a evitar la oxidación
(resveratrol, carotenos, pastillas de cinc y selenio, zumo de granada, semillas
con propiedades antioxidantes como las bayas del Goji etc etc). Ya en su
momento, advertí de que la oxidación la utilizamos como se utiliza un cuchillo,
si se hace adecuadamente, te resulta imprescindible para cortar alimentos en la
cocina, mientras que si lo haces de forma inadecuada, te cortarás tú mismo. ¿El
culpable es el cuchillo? ¿Hay que enfundarlos para evitar que corten?
Vivimos un siglo complicado,
hasta el punto en que se cuestionan los propios sistemas de valores, la
política, la economía… Todo esto ocurre en los procesos de crisis general, como
sucedió en las épocas de caída de los grandes imperios, como el romano. En este
sentido, uno de los valores que se han abandonado es el de la disciplina y la
austeridad, valores que echo de menos ya que eran el objetivo de las disciplinas
que más me han inspirado personalmente cuando practicaba karate en mi juventud.
El Budo era una disciplina corporal, pero también mental, en la que el honor y
la responsabilidad eran parte fundamental. También en occidente se tenían esos
valores como ejemplo, y en España formaron parte del pensamiento más arraigado
en la cultura popular, cuando la estima personal era mucho más importante que
la posesión o el poder. Mi abuelo, consideraba que un apretón de manos era más
importante que cualquier firma en un papel, y con un apretón de manos cerró la
compra de una cosecha de albaricoques que destrozó el pedrisco dejándole sin
fruta para vender y con la deuda pactada, deuda que pagó aún a costa de pedirle
dinero a todos sus hijos y empeñarse hasta la última peseta, y todo eso sin
haber firmado nada, pero era su palabra. Si pusiéramos ese episodio en una red
social, la expresión unánime sería que era un “pringao”.
Pues bien, todo esto viene a explicar
el origen de los movimientos sociales que explican cómo es posible que se venda
humo con tanta facilidad hoy día. De esta forma, cuando le ofrecen a una
persona una pastilla de resveratrol para combatir el envejecimiento o evitar
las acciones oxidantes, están utilizando ese cambio de contexto social por el
que las cosas se obtienen sin esfuerzo. Es el fracaso de la “fuerza de
voluntad” demostrada hace más de 40 años, cuando el psicólogo Walter Mischel se
propuso medir científicamente la fuerza de voluntad en un grupo de niños
observando cómo esta habilidad podía influir en la evolución hacia la edad
adulta. En nuestra sociedad actual estamos fracasando en este concepto y, cada
vez más, lo queremos todo, aquí y ahora y sin esfuerzo.
Este sencillo conocimiento del
funcionamiento de nuestro cerebro, justifica el hecho de que sea tan difícil
explicarle a un deportista de fin de semana que el estrés oxidativo que sufre
no mejora por tomar antioxidantes, sino que pasa por entrenar durante la semana
y hacerlo adecuadamente. El propio ejercicio físico es una fuente de
antioxidantes óptima, mientras que las pastillas solo han demostrado mejorarle
la vida al fabricante.
Cuando viene un deportista a la
consulta y me pide algo para evitar la oxidación, le pregunto por su
entrenamiento, me intereso por su historia clínica (una forma de acercarme a su
genética sin tener que hacer examenes costosos) etc, no le receto un
antioxidante sin más.
Los médicos somos expertos en
aplicar la estadística ya que, aunque la ciencia médica ha avanzado
espectacularmente en los últimos años, todavía desconocemos por qué funcionan
muchas de las cosas que sabemos que funcionan. En este sentido, es habitual que
multitud de productos que se experimentan en animales o que tienen argumentos
científicos de peso, fracasan cuando se aplican a personas no obteniendo los
resultados esperados. Para eso están las investigaciones realizadas en seres
humanos con experimentos serios, realizados frente a placebo (para evitar el
efecto que he descrito en una entrada anterior) y contrastados en posteriores
ensayos realizados por otros equipos. Pues bien, si aplicamos este sencillo
criterio, la inmensa mayoría de las ayudas ergogénicas fracasan y,
particularmente la inmensa mayoría de los antioxidantes estudiados. Observen
los lectores que, cuando se informa en la publicidad de la acción de estos
productos, ocurre alguna de estas cosas:
a)
Solo se habla de conceptos teóricos o de experimentos
en animales
b)
Cuando se han realizado algunos experimentos en seres
humanos, suelen tener graves defectos metodológicos, son insuficientes, no se
han realizado mediante ensayos doblemente enmascarados, no tienen la muestra
adecuada, no se ha aleatorizado o no se obtienen similares resultados en
ensayos de otros grupos.
Si añadimos la enorme presión
comercial que tienen todos estos productos y el hecho de que al ser
considerados dietéticos, soslayan la aplicación de la legislación de fármacos,
tenemos el inmenso fraude que suponen la mayoría de productos considerados
suplementos para deportistas, lo que tiene como consecuencia inmediata que el
consumidor gaste dinero innecesariamente y que se enmascaren productos que si
son interesantes, en el maremagnum de productos ineficaces.
Comentarios
Un saludo. Le mando mi correo para que me mande pagina de suplementos fiables:
s.ramos.ustio@gmail.com
Un saludo