El hierro en el deportista
Leo decenas de escritos
en las redes sociales en las que se habla de la bondad de tal alimento, de la
dieta X, del suplemento Y etc etc. Ahora está de moda poner el enlace de algún
artículo recién publicado en el que se refiere el resultado de una
investigación cuyo resultado le ha interesado al que cita el enlace y lo pone
para que los que tiene agregados accedan a él. La información llena las redes
sociales y las opiniones llegan, incluso, a enfrentar a los defensores de la
idea propuesta o de la contraria. Es un inmenso desafío pertenecer a esta época
en la que todo está en cuestión. Me considero un privilegiado ante tal
avalancha de conocimiento y, en este sentido, aún recuerdo que la información y
la cultura es el privilegio de nuestra especie y es lo que nos ha llevado a la
situación actual (al borde de dominar la naturaleza y al borde de destruirla).
En la antigüedad la información se la reservaban grupos ocultistas (Masonería,
Rotary etc) y se transmitía mediante pertenencia a grupos organizados,
jerarquizados y que solían tener juramentos de fidelidad y ocultismo. Ahora
cualquiera tiene acceso a documentos de altísimo valor científico, solo es
preciso tener la información, cultura, formación y espíritu crítico como para poder
utilizarla adecuadamente ¡Casi nada!
Cuando leo datos y
opiniones basadas en la buena voluntad y el interés por conocer, pero sin la
experiencia clínica suficiente, me imagino lo que debe pensar un cirujano si
leyese metaanálisis sobre métodos quirúrgicos realizados por investigadores de
las publicaciones médicas que no han cogido un bisturí en su vida. Un ejemplo
de lo que digo es el tema del hierro en medicina deportiva. En mi experiencia
de decenas de años he tratado deportistas de todas condiciones, desde campeones
del mundo de billar a medallas olímpicas en ciclismo o campeones del mundo de
karate etc etc. He tenido, por tanto, desde el conocimiento teórico de la anemia
ferropénica en los estudios en la Facultad hasta los antropológicos que me han
confirmado el por qué existe problemas con este mineral en los deportistas
actuales. Sé que en toda nuestra evolución la sangre y vísceras de los animales
ha significado un aporte importante de hierro hem que ha permitido tener
nuestras reservas de hemoglobina en su nivel adecuado durante miles de años.
También sé que la hemólisis debida al deporte al romperse hematíes debido al
estrés mecánico de la circulación capilar hace complicado mantener un estatus
de hierro en el organismo cuando la ingesta es deficiente. Todo ello se
traduce, finalmente, en situaciones de déficit de hierro que en ocasiones llega
a afectar el rendimiento deportivo (cuando ya hay anemia). He visto a deportistas
tratados con suplementos de hierro de forma preventiva (sin tener baja la
Ferritina, es decir, los depósitos de hierro). He visto deportistas con
Ferritina por debajo de los valores adecuados que tomaban sales ferrosas y no
terminaban de subir sus cifras. He visto, a colegas dando hierro intravenoso
para subir la Ferritina aun estando en valores suficientes (lo hacen muchos en
el ciclismo profesional, en donde existe la regla anticientífica y no escrita
de que la Ferritina baja (aunque no en valores de tratamiento) es causa en sí
misma de bajo rendimiento, y que el hierro oral no se absorbe de manera
suficiente). He visto, incluso, casos en que se desaconsejaba la suplementación
con hierro en casos justificados por el criterio absurdo, de ser un tratamiento
antinatural.
Lo cierto, sin embargo,
es que hemos eliminado de nuestra dieta los alimentos ricos en hierro
absorbible (generalmente ligados a la sangre, vísceras, moluscos etc). Cuando
se realiza deporte de intensidad, no siempre se tiene el asesoramiento adecuado
y, finalmente, existe el convencimiento de que los métodos más agresivos y
caros son más eficaces.
Cuando tenemos problemas
con el hierro en deportistas y una vez seguros de que no hay una patología
causante, además de intentar favorecer una dieta con una alta biodisponibilidad
en hierro (sangre, vísceras..), deberemos de prestar especial atención a la
respuesta de la hepcidina al ejercicio (la hepcidina es una hormona reguladora
central y su acción principal es la regulación de la homeostasis del hierro
sistémico). Así, hay evidencias de que
aparte de tener una dieta con alta biodisponibilidad en hierro cuando se entre
en valores bajos ferritina (cuando los niveles desciendan de 30 ng/ml), se debería
de incluir las comidas con un mayor cantidad de hierro en momentos en los que
los niveles de hepcidina sean inferiores, para poder asegurar una absorción del
mismo y en última instancia mantener dentro de la normalidad los niveles de
ferritina y con ello las reservas corporales de hierro.
La suplementación con
hierro debería hacerse en base a los niveles de ferritina y únicamente cuando
los niveles caigan por debajo de los 30-40 ng/ml, por lo que una determinación
analítica de este parámetro debería de ser la base para la toma de tal decisión,
siendo recomendable analizar este parámetro al menos una o dos veces al año. Al
mismo tiempo, deberíamos de tener en cuenta que incrementar los niveles de
ferritina por encima de los valores normales no conlleva ninguna mejora del
rendimiento. En este sentido, hay que recordar que el exceso de hierro puede
causar serios problemas y que se han econtrado cifras de hierro en plasma muy
elevadas en un tercio de ciclistas de élite estudiados por Lucia y col., 2003,
mientras que en un grupo de corredores populares que participantes en la
maratón de Berlín se encontró una prevalencia de uno cada seis (Mettler y
Zimmermman, 2010). Este dato es preocupante en términos de salud, ya que, se
observa que la suplementación crónica con este mineral tiene la capacidad de
alterar el gen HFE, relacionado con la hemacromatosis hereditaria, que como
sabemos tiene capacidad de provocar enfermedades orgánicas graves.
Por otro lado, sabemos
que factores genéticos o adquiridos que causan aumento de la síntesis de
hepcidina provocan la disminución de la transferencia de hierro al plasma y por
tanto, la hipoferremia y eso también hay que saberlo a la hora de estar
mandando hierro sin más. De hecho, en investigaciones muy recientes se ha visto
que bajo ciertas circunstancias, la regulación hepática de la expresión de
hepcidina no puede compensar totalmente los defectos en el balance celular del
hierro en los enterocitos para mantener el balance de hierro sistémico,
planteándose que la expresión de hepcidina puede ser modulada por microARN, lo
que adiciona nuevas complejidades a la regulación de la homeostasia del hierro
(los microARN son una clase de ARN cortos que no codifican y que se unen con
secuencias complementarias en los transcriptos diana (transcriptos son productos
de RNA que se obtiene inmediatamente después de la transcripción),
para regular negativamente la expresión de los genes a nivel
postranscripcional). Ello demuestra que, a pesar de lo mucho que se ha avanzado
en la última década, aún queda mucho por andar en el camino del tratamiento de
deportistas con problemas de ferropenia.
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