Insisto, lo mejor es elegir un experto y consultarle
Asistimos en los últimos años a una explosión del marketing
de las empresas de alimentación, tratando de probar que sus productos son
saludables e, incluso, imprescindibles. Todos hemos escuchado que la cerveza y
el vino tienen antioxidantes, que el jamón ibérico es una fuente de cinc que
mejora los problemas de próstata, que los yogures estimulan nuestras defensas
etc etc. Multitud de productos han aparecido en la oferta de grandes
supermercados por razones de lo más curiosas, como la quinoa (por ser utilizada
por la NASA en la alimentación de los astronautas), las bayas del goji o la
maca andina, por sus supuestas propiedades antioxidantes. Al tiempo, se ha
llevado a los altares la comida mediterránea y se glorifica el aceite de oliva
y el vino tinto.
Con toda esta explosión de beneficios sería lógico pensar
que la salud de nuestros conciudadanos hubiera mejorado de forma exponencial.
Sin embargo, nos encontramos en medio de la más espantosa epidemia de sobrepeso
y obesidad que ha padecido la humanidad. Enfermedades como la diabetes tipo II,
la cardiopatía isquémica y las enfermedades cardiovasculares, padecimientos
degenerativos, enfermedades de componente inflamatorio, osteoporosis,
sarcopenia etc etc han experimentado un auge extremo que pone en evidencia el
avance de la medicina, gracias al cual la esperanza de vida se mantiene, aunque
no así la calidad de vida que empieza a ser un drama a partir de los setenta
años.
¿Qué ocurre? ¿Cómo es que ingerir alimentos sanos,
extraordinarios, saludables etc etc da como resultado enfermedad? Sencillamente,
comemos más de lo que necesitamos, así de sencillo. No es que el jamón sea
malo, o el vino tinto no tenga esa capacidad antioxidante que se comenta, o que
el aceite de oliva no sea un buen aceite, el problema es que tomamos más jamón
del que necesitamos, con un buen plato de ensalada aderezada y regado por un
buen vino, y esas calorías no las gastamos ¿Consecuencia? Obesidad. El cuerpo,
que está preparado para enfrentarse a ciclos de hambre, acumula grasa y enferma.
Por otro lado, las empresas manipulan la información y
convierten en científico lo que no lo es. Por ejemplo, el vino tinto tiene
polifenoles (antioxidantes) y el etanol (alcohol) potencia su efecto, pero
podemos obtenerlos también tomando uva negra o moras silvestres y no tomamos
alcohol (calorías vacías). Otro ejemplo lo proporcionan las empresas aceiteras
con el aceite de oliva que, es cierto que al ser un omega 9 es neutro a la hora
de provocar desequilibrios entre omega 6 y omega 3 y tampoco es una grasa
saturada, pero si no se echa aceite alguno a la ensalada mejor que echarle un
aceite neutro pero con gran carga energética.
¿Cómo podemos aplicar esta situación a la práctica
deportiva?
Pues la comparación es directa, con los deportistas ocurre
igual en cuanto a los suplementos, ayudas ergogénicas, productos milagro etc
etc
Desde el bocadillo de jamón que se tomó Bahamontes en plena
escalada en el Tour de Francia, los suplementos dietéticos para deportistas han
aumentado y se han diversificado espectacularmente, basta leer las cifras de
las empresas dedicadas a productos dietéticos para deportistas, alguna de las
cuales facturan millones de dólares. Si miramos la lista de productos, veremos
que todos ellos son imprescindibles, todos tienen acciones decisivas en el
desarrollo deportivo, así que hay que gastarse centenares de euros en esos
productos si se quiere competir con quienes lo hacen.
Por la misma regla de tres, los éxitos deportivos deberían
estar ligados al consumo de estos productos y, sin embargo, todos los que
hacemos deporte sabemos que tomar tal o cual producto (no dopante) no se nota
apenas en el rendimiento.
Aquí tampoco se puede negar que la creatina aumente el
almacenamiento de fosfágenos, o la carnitina mejore el transporte de las
grasas, o los aislados de suero de leche contribuyan a un mayor anabolismo
muscular, etc etc. La cuestión es que hay que dominar la fisiología del
ejercicio para entender qué producto, en qué deportista y en qué momento es
necesario y mejorará su rendimiento y cuales otros no necesita y suponen un
gasto absolutamente innecesario. Una ayuda ergogénica, como la creatina, puede
ser muy eficaz en unos casos, indiferente en otros y perjudicial en más.
Es mucho más barato acudir a un experto y pagar una consulta
nutricional que decidir los productos que uno necesita, leyendo revistas o
dejándose aconsejar por personas con buena voluntad pero insuficiente
conocimiento en este tema. Le puedo asegurar a los lectores, que a estas
alturas del blog, no sé si realmente es adecuado informar de las ayudas
ergogénicas o si es mejor no contribuir al maremagnum de información que todos
tenemos disponible en Internet.
¿Qué es preferible, contribuir a la información
necesariamente esquemática que impone la divulgación, o decirle claramente al
deportista que vaya a consulta y se ponga en manos expertas?
Yo lo he solucionado en otros campos en los que soy un
indocumentado más, dejándome asesorar por profesionales serios, de manera que
lo que requería mi tiempo y mi búsqueda de información era para asesorarme del
profesional al que debía acudir, no para tratar de aprender análisis técnico
para invertir en bolsa. Hoy he visto un chiste de Forges en el que un bancario,
ante la reclamación de un pobre hombre corriente, le dice que si ha leído la
letra pequeña del contrato (tururú tururú tururú.. es lo que ponía en letra muy pequeñita). Se
refería a los préstamos preferenciales y otros productos que nos han vendido
los bancos, como las hipotecas en moneda extranjera etc etc. ¿Se imaginan cuantos pequeños inversores han
visto mermadas sus cuentas porque el contrato ponía una cláusula que no leyeron
o no entendieron? Todo se basó en la confianza depositada en la persona inadecuada.
Pues aquí ocurre igual, la confianza de nuestro bolsillo y de nuestro
rendimiento deportivo puesta en manos de oportunistas e indocumentados no puede
tener un buen resultado.
Comentarios
En cuanto al profesional, ¿cual elegir? ¿donde están los expertos en nutrición deportiva fiables?, a lo largo de mi vida he comprobado que no es oro todo lo que reluce, he visto opiniones dispares sobre el mismo tema de acreditados profesionales.
Muchas gracias
Valeriano, gracias por tu comentario. La mejor forma de encontrar un experto, además del boca a boca, es comprobar los estudios realizados y el prestigio obtenido entre profesionales que se dedican a lo mismo (no suele fallar).