Mejoremos el rendimiento



Hace tiempo que los psicólogos nos alertan de que muchas sensaciones percibidas a nuestro alrededor tienen mucho más que ver con nuestro estado de ánimo que con la realidad. Nos explican, mediante experimentos rigurosos, que el día en que nos levantamos con malas sensaciones, observamos más signos de hostilidad en las personas a nuestro alrededor. No es una casualidad, ni es un mal día para todos, lo que ocurre es que nuestro cerebro interpreta la realidad y, cuando está de mal humor, tiende a considerar que los demás también lo están. Los oftalmólogos lo explican muy bien, la nitidez de la imagen real en la retina no llega al tamaño de nuestro pulgar, el resto de lo que vemos, es una imagen borrosa que nuestro cerebro rellena (tremendo, ¿verdad?). No es un mal funcionamiento, es una forma operativa y simplificadora de obtener información sin saturar el gran procesador, que es el cerebro.

La recreación del mundo que nos rodea es un hecho mucho más importante de lo que tendemos a pensar, pero estos son los años de los descubrimientos sorprendentes que nos enseñan que antes de ejecutar un movimiento, nuestro cerebro ya había transmitido las órdenes a los músculos, un experimento de las neurociencias que ha puesto en jaque el dogma del libre albedrío. Pues bien: ¿Qué tiene todo esto que ver con el ejercicio físico que es el tema habitual de mis artículos?

En efecto, determinados estudios en el campo de las neurociencias ya se aplican al deporte competitivo, como la planificación mental de los movimientos antes de ejecutarlos para mejorar los automatismos. Es un hecho que cambiará la planificación de la actividad de descanso en muchos deportes -cuando lo descubran los entrenadores de fútbol, se acabarán las partidas de cartas y las sesiones de TV aburridas en durante las concentraciones y comenzará a trabajarse la planificación mental de la ejecución de movimientos complejos, particularmente de gestos estereotipados-.

Lo que últimamente me ha llamado la atención es una cifra, el 25%. ¿Por qué? Pues porque es lo que mejora el rendimiento la aplicación de una técnica de psicología como es centrarse en la meta y olvidarse del mundo exterior cuando se aplica adecuadamente en el contexto de un nivel de esfuerzo determinado. Hay dos cosas que me han venido a la mente al visionar el video de Emily Balcetis. Enlace video

Por un lado, la percepción de que la dificultad de realizar un esfuerzo se puede modificar, prever y disminuir con las técnicas apropiadas. Por otro, que la mejoría de rendimiento en un deportista al aplicarle las novedades en las diferentes ramas de las ciencias del deporte, es muy contraintuitiva. Todos nosotros percibimos que es muy importante tener una buena genética, un entrenamiento riguroso, soportar bien la adversidad y el esfuerzo, dormir y descansar las horas adecuadas, comer bien y tomar los suplementos necesarios… El problema es el orden en el que consideramos que todos esos factores son concluyentes a la hora del rendimiento deportivo. Dedicamos recursos importantes a cada uno de estos factores cuando, en realidad, a lo mejor solo afectan a un 10 o un 15 % de nuestro rendimiento, y llega un experimento y mejora enormemente esa cifra centrando el objetivo y provocando un cambio de conducta fácil de realizar y sin costo económico. 

Bien, pues adelante con la aplicación de estos conocimientos, pongámoslos en práctica y mejoremos nuestra capacidad de percibir el esfuerzo y de alcanzar las cotas de rendimiento que deseamos. Pongámonos al día en las neurociencias aplicadas al ejercicio y aprovechemos cualquier factor que nos permita prosperar.

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