Puertas abiertas al conocimiento
He comentado, en varias
ocasiones, que la especialidad de medicina del deporte y, en particular, el
hecho histórico de haber pertenecido a una generación de médicos que tuvo que
hacer frente al alto nivel exigido por una Olimpiada (Barcelona-92) y a la explosión
deportiva en nuestro País, con equipos profesionales de ciclismo, fútbol etc,
punteros a nivel internacional, ha supuesto romper barreras y avanzar mucho más
allá de lo estudiado y de lo puramente académico. No hay que olvidar que la
nutrición en España era una formación sin titulación propia hasta comienzos de
este sigo, con apenas algunos créditos en carreras como Farmacia o Veterinaria
y sin información apenas en Medicina, en donde quedaba relegada a los médicos
que hacían la especialidad de endocrinología.
Pertenezco, por tanto, al
conjunto de médicos formados al margen de los conocimientos mínimos en el área
de la nutrición humana y que sin embargo, debido a las circunstancias
comentadas de la especialidad, tuvo que enfrentarse a la realidad de la nutrición
en su más pura especialización en el deportista de élite. Realicé mi tesis
doctoral en la incidencia de la nutrición en ciclistas de nivel regional, formé
parte del profesorado del primer Master en Alto Rendimiento que llevó a cabo el
Comité Olímpico Español (por los años 90). Fui becado por el colegio de médicos
de Colonia (Alemania) y desarrollé el primer software de dietética utilizando
bases de datos de alimentos españoles que fue premio nacional de investigación.
En el año 1997 me encargó
el Presidente de la UCAM la solicitud al Ministerio, de una Escuela de
Nutrición Humana como diplomatura, lo que nos convirtió en una de las primeras
universidades en desarrollar dicha carrera. Tuve el privilegio de dirigir dicha
diplomatura hasta la segunda promoción y aún hoy, me sorprende algún antiguo
alumno recordándomelo en las redes sociales en las que podemos coincidir (el
grupo de nutrición deportiva de Facebook que administro, tiene cerca de 9.500
miembros).
Siempre que comienzo, en
estos últimos años, cualquier conferencia en la que tengo que explicar este
curriculum, suelo decir que no se trata en absoluto de merecimientos
personales, sino de la fortuna de haber estado en aquellos momentos en que se
desarrolló el deporte de élite en un país. Salvo algunos genios indiscutibles,
la inmensa mayoría somos totalmente prescindibles y, a pesar de lo que pueden
pensar algunos, yo soy de los que saben que el papel desempeñado por mí, lo
hubiera hecho mejor cualquier otro colega, seguro. Sin embargo, la oportunidad
me puso a mí allí en aquél momento y la aproveché. En nuestro colectivo nació
la consideración de la dieta ancestral, importando las publicaciones de
científicos norteamericanos. De la mano de nuestros deportistas salió la
manipulación dietética y el uso de suplementos y, de ahí, la creatina, los
aminoácidos ramificados y tantos y tantos suplementos de efectividad
manifiesta.
Pues bien, con todo este
preámbulo, todavía me encuentro con un absoluto desconocimiento de esta
realidad empírica por parte de mis colegas de otras especialidades. La
fitoterapia es un ejemplo, dejándola en manos de naturópatas y herboristerías
con la displicente consideración de falta de rigor científico. De esta forma,
se pierde una gran capacidad terapéutica de una medicina tradicional cuya
validez no ha sido sometida al método científico, pero está plenamente validada
por la experiencia de siglos de utilidad.
Por otra parte, el mundo
de los suplementos, nutracéuticos etc, pasa del desconocimiento al rechazo
prepotente dejándolos en un: “Son productos de gimnasio que no sirven para nada”.
Tremenda descalificación colectiva que hace que se pierda un enorme arsenal de
compuestos y nutrientes que tienen una efectividad de nivel de evidencia “probablemente
eficaz” en muchos casos, lo que implica revisiones y metaanálisis de estudios
doblemente enmascarados y, por tanto, perfectamente rigurosos.
El conocimiento
científico lleva su marcha y va dándonos argumentos metabólicos que justifican
lo que hemos visto en nuestra práctica clínica durante tantos años. Nuestra
alimentación nos ha provisto de nutrientes que hemos utilizado en reacciones
metabólicas directamente, pero que también han sido aprovechados como
señalizadores (el caso típico es la vitamina D, que ahora conocemos como prohormona).
De esta forma, no solo es la cantidad que se toma del nutriente en la dieta
(caso de polifenoles en frutas y verduras), sino que la propia ingesta como
suplemento fuerza rutas de señalización (regulación al alza) y genera acciones
metabólicas propias. No vale, por tanto, el concepto simplista de tomar una
dieta que contenga cebollas porque son ricas en apigenina, por ejemplo, sino
que el propio flavonoide tiene en dosis muy superiores a los que se encuentra
en el alimento, una cualidad antiinflamatoria de gran interés en determinada
circunstancia. ¿Por qué no aprovecharla?
Es una pena que la
prepotencia haga que un médico desprecie un suplemento como la creatina que
tiene 2.253 citas en Pubmed si pones creatina y mitocondria como palabras clave.
Su eficacia se observa en pacientes con miopatías mitrocondriales,
fibromialgias y enfermedades neurodegenerativas ligadas al envejecimiento (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4304302/).
O bien la teanina, aminoácido del té que tiene una capacidad ansiolítica muy
importante, o la cúrcuma que es capaz de potenciar la síntesis de DHA
(docosahexaenoico) a partir del araquidónico y ayuda a prevenir la formación de
beta-amiloide. Por no hablar del propio DHA cuya acción frente a la inflamación
de bajo grado que caracteriza una amplia variedad de enfermedades de la
civilización, es notable, o de los sulforafanos del brócoli, teniendo en cuenta
que las semillas y los brotes (sprouts) contienen una media de veinte hasta
cincuenta veces más glucorafanina que la planta adulta. Etc etc etc.
Es una pena que sigan
pensando que las proteínas que se venden en tiendas de suplementos pueden dañar
el riñón (salvo que esté previamente enfermo o que sean botes de proteínas con “sorpresa”
en su composición). O que piensen que un suplemento como la creatina, puede ser
peligroso olvidando decirle a un paciente al que tratan con un fármaco que
utiliza la vía metabólica del citocromo CYP3A4 que no tome pomelos. O que
receten calcio y vitamina D para la osteoporosis olvidando la vitamina K2. Etc
etc etc
Hay que estudiar más y
estar abierto a todo, queridos colegas, que un título no da la sabiduría, dejémosles
la prepotencia a los políticos narcisistas.
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