Criterios actuales sobre dietas para prevenir las enfermedades cardiovasculares
Tenemos tan introducida en nuestra memoria colectiva que la
enfermedad arteriosclerótica se debe a un aumento del colesterol relacionado
con la elevada ingesta de grasas saturadas, que olvidamos nuestro sentido
crítico y apenas hacemos caso de las fuertes evidencias actuales que apuntan a
una enfermedad inflamatoria con múltiples factores desencadenantes. ¿La ingesta
de grasa saturada es el factor más importante? ¿Qué ocurre si recomendamos una
dieta baja en grasas saturadas sin tener en cuenta el tipo de alimento que las
sustituye?
La Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en
inglés) ha emitido un nuevo consenso publicado en la revista “Circulation” de
15 de junio, tratando de aclarar su postura sobre las grasas dietéticas y las
enfermedades cardiovasculares. En este documento hay un punto importantísimo de
inflexión sobre la recomendación clásica de disminuir las grasas saturadas para
prevenir la enfermedad cardiovascular. Textualmente dice:
“The statement also recommends that the shift from saturated
to unsaturated fats should occur simultaneously in an overall healthful dietary
pattern, such as DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension) or the
Mediterranean diet, and that "good carbohydrates," such as whole
grains and whole fruits, are other appropriate foods to substitute for
saturated fats”.
Fijémonos en que, aunque se sigue recomendando la
disminución de grasas saturadas, se pone énfasis en que deben sustituirse por
dietas con efecto saludable demostrado, es decir, alto contenido en
alimentos integrales, frutas y verduras.
El Dr. David Cundiff está estudiando 19 diferentes factores
de riesgo relativo para enfermedades cardiovasculares en 168 países. Entre
ellos el consumo de productos animales; hidratos de carbono refinados; alcohol,
tabaco; ingesta de vitamina K2; nivel de ejercicio; índice de masa
corporal; glucemia en ayunas y hemoglobina A1c; presión arterial;
medicación para hipertensión; cociente colesterol/HDL; ingresos personales;
nivel de educación; género; edad; grupo étnico; concentración de vitamina D;
contaminación del aire; y estrés fetal, del lactante, y en la infancia. Esto
parece bastante complicado. Los resultados fueron publicados en Cureus (Cundiff D K, Agutter P S
(August 24, 2016) Cardiovascular Disease Death Before Age 65 in 168 Countries
Correlated Statistically with Biometrics, Socioeconomic Status, Tobacco,
Gender, Exercise, Macronutrients, and Vitamin K. Cureus 8(8): e748.
doi:10.7759/cureus.748).
Básicamente, el resultado del estudio observacional, es que
(textualmente):
“Female and male cohorts in countries that have vitamin K2 <
5µg per 2000 kcal/day per capita (n = 70) had about 2.2 times the rate of early
CVD deaths as people in countries with > 24 µg/day of vitamin K2 per 2000
kcal/day (n = 72). A multiple regression-derived formula relating early death
from CVD to dietary nutrients and other risk factors accounted for about 50% of
the variance between cohorts in early CVD death. The attributable risks of the
variables in the CVD early death formula were: too much alcohol (0.38%), too
little vitamin K2 (6.95%), tobacco (6.87%), high blood pressure (9.01%), air
pollution (9.15%), early childhood death (3.64%), poverty (7.66%), and male
gender (6.13%)”
Consideremos, de una vez, los estudios recientes más
relevantes, como la revisión sistemática y metanálisis de muchos estudios
observacionales y estudios clínicos de seis autores de Cambridge, Inglaterra,
publicada en Annals of Internal Medicine, en
donde se concluye: “The evidence did not clearly support cardiovascular
guidelines that encouraged high consumption of polyunsaturated fatty acids and
low consumption of total saturated fats”. (Chowdhury R, Warnakula S, Kunutsor
S, Crowe F, Ward HA, Johnson L, Franco OH, Butterworth AS, Forouhi NG, Thompson
SG, Khaw KT, Mozaffarian D, Danesh J, Di Angelantonio E. Association of
dietary, circulating, and supplement fatty acids with coronary risk: a
systematic review and meta-analysis. Annals of Internal Medicine 2014; 160(6):
398-406).
O la revisión
sistemática y metaanálisis de 41 estudios prospectivos de cohortes, publicada
el 12 de agosto de 2015, por once autores de Hamilton y Toronto, en Canadá, que
concluyen: “Saturated fats are not associated with all cause mortality, CVD,
CHD, ischemic stroke, or type 2 diabetes, but the evidence is heterogeneous
with methodological limitations. Trans fats are associated with all cause
mortality, total CHD, and CHD mortality, probably because of higher levels of
intake of industrial trans fats than ruminant trans fats. Dietary guidelines
must carefully consider the health effects of recommendations for alternative
macronutrients to replace trans fats and saturated fats.”. (Russell
J de Souza et al. Intake of saturated and trans unsaturated fatty acids and
risk of all cause mortality, cardiovascular disease, and type 2 diabetes:
systematic review and meta-analysis of observational studies. BMJ
2015;351).
Olvidémonos, por tanto, de empeñarnos en poner dietas muy
bajas en grasas saturadas para prevenir la enfermedad cardiovascular y
centrémonos en recomendar cambios en los hábitos de vida, como más ejercicio
físico, eliminación de tóxicos, disminución drástica de carbohidratos simples y
alimentos con grasas “trans”, reducción de alimentos ultraprocesados y pongamos
en valor las dietas ricas en pescados, verduras y alimentos integrales y
fermentados, prestando atención (de una vez por todas) a las vitaminas K2 y D
(introduciendo alimentos fermentados como miso y natto, por ejemplo).
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