Sobre la deshidratación (en cifras)
En un estudio sobre los hábitos dietéticos de un colectivo
de 124 deportistas, jugadores de fútbol y baloncesto, se señalan los síntomas
siguientes como los más frecuentes de una inadecuada hidratación: cansancio, sed intensa, calambres, fatiga,
piel seca, orina escasa, taquicardia, vómitos, debilidad y globos oculares hundidos.
De una manera general una deshidratación hipertónica (la
pérdida de agua es mayor que la de electrolitos), presenta algunas señales características
que son: dolor de cabeza, fatiga, reducción del apetito, intolerancia al calor,
boca y ojos secos, ardor estomacal, y orina oscura con fuerte olor.
EVALUACIÓN DEL NIVEL DE DESHIDRATACIÓN
Es posible evaluar el nivel de deshidratación por medio de
técnicas de laboratorio empleando varios métodos, entre ellos destacan: a)
densidad de la orina; b) osmolalidad de la orina; c) osmolalidad del plasma; d)
valor del hematocrito y e) contenido de sodio plasmático.
El empleo del hematocrito como medio para evaluar el grado
de deshidratación se basa en que la pérdida de agua provoca hemoconcentración,
de manera que el hematocrito representa un buen método de evaluar la magnitud
de la pérdida hídrica o de sodio. Los valores normales para el hematocrito
están comprendidos en el rango de 42 - 52% para los hombres y 35 - 47% para las
mujeres.
En la práctica, el nivel de deshidratación se puede calcular
por otros medios, tales como el nivel de sed, la diferencia del peso corporal
antes y después del ejercicio, y por último la coloración de la orina.
Según el primer método se tendrá en cuenta que, si se siente
sed, y son mínimas otras señales físicas y clínicas de deshidratación, es
posible admitir que la deshidratación está en torno al 2% del peso corporal. De
esta manera, un deportista con 70 Kg. habrá perdido aproximadamente 1.400 ml.
De acuerdo con el segundo método, si un atleta tiene por
costumbre pesarse en una báscula antes y después de una actividad física, será
muy fácil establecer una relación, pues al perder 4 Kg. de peso habrá perdido
aproximadamente 4 litros de agua
Por último, la observación del color de la orina en tres
niveles, en la que una orina clara y transparente caracterizaría un nivel de
hidratación adecuada, mientras que una orina de color amarillo oscuro indicaría
un nivel de deshidratación aguda.
DESHIDRATACIÓN EN RELACIÓN CON LA ACTIVIDAD FÍSICA
Actualmente existe consenso entre los científicos en torno a
la importancia de realizar una hidratación constante durante todo el periodo de
entrenamiento o competición para conseguir el mantenimiento del agua corporal,
tanto intra como extracelular. Sin embargo, no es raro encontrarse con
entrenadores y deportistas con una idea completamente equivocada sobre el tema,
que consideran importante entrenar sin consumo de líquidos para mejorar la
resistencia a altas temperaturas. Un ejemplo de esta situación se observó al
hacer un seguimiento de los procedimientos dietéticos durante una prueba de
“Triatlon Ironman”, con una duración media de ≈ 12 horas, realizada en un
ambiente caluroso (Río de Janeiro en verano) y en la que hubo algunos
triatletas que no bebieron líquidos. Sorprendentemente, también en un trabajo
sobre los ultramaratonianos brasileños, un 14,3% de los deportistas no consumían
ningún tipo de solución líquida durante los entrenamientos más largos. En el caso
de maratonianos Españoles, se registró que un 11,3% no tienen como costumbre consumir
líquidos. Por otro lado, en un colectivo de triatletas Españoles, solamente un 2,63%
no ingieren líquidos, dada esta baja incidencia, se demuestra que estos
deportistas están muy concienciados con el tema de la hidratación.
ACTIVIDAD FÍSICA Y DESHIDRATACIÓN
El proceso de pérdida de agua corporal está íntimamente
asociado a la práctica de actividades físicas. Esta situación está provocada
por la necesidad de perder el calor metabólico producido durante un ejercicio,
y por ser la evaporación del sudor el mecanismo más eficiente en estas
condiciones. La evaporación ocurre a través de la producción de sudor, así
cuanto mayor es la producción de sudor, mayor será la pérdida de agua corporal,
pudiéndose desarrollar un cuadro de deshidratación, principalmente en situaciones
que no van acompañadas de una hidratación óptima para compensar esta pérdida.
Es importante señalar que aun realizando una hidratación, es
posible que se produzca déficit de agua, ya que la capacidad de vaciamiento
gástrico de un sujeto adulto varón está alrededor de 1 a 1,5 litros por hora y
la pérdida de agua podrá llegar a 2 litros por hora. En algunas situaciones
especiales, como por ejemplo en un ambiente muy caluroso, un deportista
entrenado puede llegar a perder hasta 3 litros por hora. Los deportistas
habitualmente inician su entrenamiento o competición en condiciones normales de
equilibrio hídrico. Sin embargo, no tienen la costumbre de hidratarse de forma
planificada durante la actividad, ocasionándose así un cuadro de deshidratación.
En la práctica la hidratación en maratonianos es de apenas
200 ml/h; no es frecuente un consumo superior a los 500 ml/h, lo que contribuye
de forma significativa para que surja un cuadro de deshidratación.
Es interesante señalar que deportistas que participan en
pruebas de muy larga duración, como el ciclismo de carretera y el triatlon, requieren
también entrenamientos diarios muy largos, y por ello pueden desarrollar un cuadro
de deshidratación crónica.
La deshidratación está íntimamente asociada a la reducción
de la calidad del ejercicio, siendo considerada un factor importante en el
descenso del rendimiento.
Varios son los elementos fisiológicos que se ven alterados
en un cuadro de deshidratación durante una competición o entrenamiento,
cambiando de forma significativa la calidad del trabajo realizado. Alteraciones
en el equilibrio osmótico producen modificaciones en la distribución de los iones
entre el medio intra y extracelular, que, como consecuencia, degenera en graves
problemas en la transmisión nerviosa o en la contracción muscular, facilitando
de esta manera la aparición de calambres y la reducción de la calidad del
movimiento (técnica), añádanse a esto modificaciones en el sistema
cardiovascular y el control térmico corporal. Todos estos factores, actuando de
forma conjunta, además de perjudicar el rendimiento, pueden, llegar a poner en
riesgo la salud del deportista cuando la pérdida hídrica corporal alcanza
valores de entre el 9 y el 12%.
Estudio relacionando el porcentaje de pérdida hídrica
corporal con el deterioro del rendimiento. Analizando este cuadro, es posible notar
que el ejercicio físico presenta grandes dificultades de realización cuando la deshidratación
alcanza valores superiores al 6%.
Relación de % de reducción de peso corporal y respuesta
orgánica % de reducción del peso corporal
Respuesta orgánica:
1 Umbral de la sed, umbral para las primeras señales de reducción
de la capacidad física
2 Sed intensa, poco apetito, pequeña incomodidad y sentimiento
de opresión
3 Aumento en las tasas de hemoconcentración, reducción de la
producción urinaria, boca seca.
4 Reducción de 20 - 30% en la capacidad física
5 Dificultad de concentración, dolor de cabeza, impaciencia y
somnolencia
6 Empeoramiento significativo de la capacidad termorreguladora
durante el ejercicio, aumento de la tasa respiratoria, hormigueo e
insensibilidad en las extremidades.
7 Señales de colapso si se combinan calor y ejercicio.
Algunos autores establecen relaciones entre la pérdida de
peso corporal en agua, expresada en porcentajes, y sus consecuencias para el
rendimiento. Estas son: (a) la reducción del 2% en el ritmo de ejercicio para
una pérdida de peso corporal del 1% (b) la reducción del 1 % del peso corporal
se correlaciona con un aumento de 0,10 a 0,40°C en la temperatura interna; (c)
el aumento de 6 lpm para cada 1% de incremento en el grado de deshidratación.
Se observa por lo tanto, que la reducción del rendimiento
originado por un cuadro de deshidratación está causada por un conjunto de
factores que, dependiendo de la magnitud y de la respuesta individual, podrán
ocurrir de manera aislada o combinada.
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