¿Y los ácidos grasos?



Sabemos que los ácidos grasos (en su mayoría intramusculares) son la fuente energética más rentable y menos contaminante para la célula muscular, de hecho, no se utilizan más debido a la necesidad rápida de energía a una intensidad de esfuerzo alta. El organismo tiene prevista esta contingencia al máximo y sitúa los ácidos grasos cerca de su lugar de uso (intramuscular), además de regular todos los sistemas complementarios de obtención de energía (fundamentalmente a partir de la glucosa). Sin embargo, no todos los ácidos grasos se comportan de la misma forma, de hecho, un tipo determinado de ácido graso (DHA) es muy especial en su comportamiento y conocer este hecho es clave en la dieta del deportista. 


La obesidad y el ejercicio físico aerobio tienen en común un aumento de los lípidos intramusculares, pero el resultado final es extraordinariamente opuesto. Mientras que en los obesos esta situación se asocia a resistencia a la insulina como primer paso a una diabetes II; en los deportistas, los ácidos grasos van a la mitocondria a quemarse para producir ATP. En este sentido, una dieta rica en ácidos grasos n-3, aun aumentando la glucemia y la insulinemia (señales de resistencia a la insulina), actúan a nivel del receptor de la insulina manteniendo el nivel de translocación de la proteína GLUT-4 (el transportador de la glucosa) y mejorando su captación por la célula muscular.


También sabemos que si baja el glucógeno muscular y hepático, aumentan los ácidos grasos libres en plasma y a raíz de ello, el triptófano libre (compiten por el mismo transportador por el plasma, que es la albúmina). Al aumentar el triptófano libre, pasa más aminoácido a cerebro y se produce más serotonina (neurotransmisor relacionado con el cansancio).


Pues bien, los ácidos grasos n3 sabemos que disminuyen la cantidad de ácidos grasos libres en plasma probablemente regulando al alza (up-regulation) la oxidación de ácidos grasos.

Lo importante a la hora de buscar aspectos prácticos de estos conocimientos bioquímicos, es que, sabiendo que el lípido intramuscular es dependiente de la dieta, podemos dar alimentos ricos en DHA (o cápsulas de un extracto puro y de garantía) y recargar adecuadamente el glucógeno muscular y hepático, de esta manera tendremos “energía” y “sensaciones”, es decir, éxito seguro. Una vez más, la dieta y el entrenamiento son claves para obtener el máximo rendimiento de nuestro organismo, el resto son genes y espíritu competitivo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Atletas de élite ¿Hipotiroideos?

Suplementos de proteínas