Nuestro gran problema: La obesidad
La obesidad ya es
pandemia, amenaza todos y cada uno de los pilares de nuestra cultura, genera
mala calidad de vida y es un primer paso para enfermedades metabólicas y
cardiopatía isquémica, induce pérdida de autoestima y problemas psicológicos, aumenta
el gasto sanitario y es, en sí misma un factor de riesgo, incluso sin
enfermedad asociada (como saben los cirujanos muy bien). Es, por tanto, un
gravísimo problema de nuestra civilización.
Inmediatamente, cada
sector profesional aplica su deformación profesional (muy razonable) y ve el
abordaje desde la perspectiva de su conocimiento. El dietista lo verá como un
tema de malos hábitos alimenticios. El médico endocrino buscará problemas
hormonales, el cirujano lo verá como un caso de intervención con liposucción,
balones gástricos y el físico hablará de las leyes de la termodinámica.
El licenciado en
actividad física verá el problema como una falta de actividad física con la
disminución clara de activadores como la quinasa del AMP de enorme importancia
en nuestro metabolismo. El psicólogo lo verá como un problema de baja
autoestima y de autocomplacencia, problemas de conducta y efectos de
alteraciones de la personalidad.
El inmunólogo pensará en
la importancia de la microbiota intestinal y recordará el experimento en el que
se trasplantaba microbiota intestinal de un ratón obeso a uno sano y éste
último engordaba.
El antropólogo nos
ilustrará sobre el caso de tribus que son absorbidos por la cultura occidental
y se hacen obesos en masa (indios Pima del estado de Arizona en USA, por ejemplo).
También nos comentará el caso de tribus como los Masai en donde la mujer
delgada se entiende como un problema de mala atención por parte de su pareja
incapaz de proporcionarle alimentos suficientes. En este sentido recordemos que
un niño gordito era un ejemplo de buena salud en la generación anterior, cuando
las enfermedades por desnutrición diezmaban las poblaciones.
Incluso, los arquitectos
y expertos en urbanismo intervendrán explicando que una ciudad con aceras, circuitos
de carrera, carriles bici y escaleras habitables en los edificios, colabora a
disminuir el número de obesos.
Todos ellos tienen su
parte de razón, porque la obesidad es un fenómeno multifactorial que no se puede
abordar desde una única perspectiva. Hay precedentes, como el caso de Oklahoma
city que estaba en el ranking de una de las ciudades con más obesos de Estados
Unidos y su alcalde, Mick Cornett, inició una campaña con página web incluida (http://www.thiscityisgoingonadiet.com/),
en la que se puso en marcha la construcción de 400 kilómetros de nuevas aceras,
más de 100 kilómetros de nuevos senderos para trotar y andar en bicicleta,
parques, gimnasios en todas las escuelas primarias del centro urbano, y una
campaña de concienciación de hábitos saludables. Más de 150.000 personas
visitaron el sitio en un día". El movimiento fue un éxito sin precedentes.
Más de 40.000 personas se inscribieron con el objetivo de llegar a la meta
consistente en perder un millón libras entre todos.
Esta campaña es un ejemplo de lo que necesita
esta pandemia; ideas brillantes, ingeniosas, que impliquen medios muy diversos
y que atienda todos los factores que están implicados en la génesis de la
obesidad. Algo así como la campaña que llevan a cabo profesores como Antonio
Jesús Sánchez Oliver y Walter Suárez Carmona cuya labor divulgativa e
integradora es un ejemplo de cómo se debe abordar un problema tan importante
como éste.
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