El tiempo suele poner las cosas en su sitio…
El mercado de las ayudas ergogénicas suele ser una especie
de campana de Gaus con un período de salida al mercado, marketing y alguna
publicación subvencionada, un período de consumo más o menos elevado en función
del interés de las empresas y la respuesta del mercado, y una lenta caída cuando
los deportistas van observando el efecto inapreciable del producto. Algunos
compuestos, sin embargo, mantienen una presencia continua con pequeñas elevaciones
de consumo y posteriores valles de olvido. Uno de estos productos es la
carnitina, el “quemador de grasas” del mercado.
La carnitina la empleaban los cardiólogos en pacientes
infartados, aunque sin apenas resultados. Posteriormente, surgió como ayuda
ergogénica al conocerse los trabajos de Dragan y cols en Rumanía (1984). Para
que los más jóvenes comprendan el entorno social y mundial en el que se
publicaron estos datos, recordaré que en aquél momento, Europa estaba dividida
en dos bloques de naciones y Rumanía estaba en la órbita soviética (URRSS).
Eran años en los que el deporte era “cuestión de estado” en estos países
enormemente preocupados por su imagen exterior. Los jóvenes búlgaros, rumanos,
polacos, alemanes del este o checoslovacos (entonces existía Checoslovaquia
como nación), solo tenían el recurso del deporte para salir al exterior e
incluso para obtener beneficios en su propio país. Los éxitos deportivos de
estos países (a pesar de su modesto tamaño y recursos), eran magnificados en
occidente en donde todos los que estábamos relacionados con las ciencias del
deporte envidiábamos los recursos y las condiciones de entrenamiento de estos
jóvenes. Por otro lado, existía un control antidopaje muy laxo debido a la
incapacidad legal para obtener muestras de los deportistas que no fuera su
orina (lo que unido a las técnicas muy rudimentarias de entonces, hacía difícil
la lucha contra el dopaje). Recuerdo que el Dr Carlos Bestit, jefe de los
servicios médicos del Barcelona, me comentaba que en un partido contra el
Dinamo de Bucarest en Rumanía (entonces un equipo de primerísimo nivel),
regresó al vestuario tras finalizar, para recoger un maletín olvidado y se
encontró con el entrenador del equipo que estaba buscando en la basura (junto a
esparadrapos, papeles etc) algún producto químico que hubiera sido utilizado y
él no conociera (hasta ese punto llegaba la picaresca del deporte en aquél
momento).
Pues bien, la posibilidad de que un transportador de grasa
al interior de la mitocondria fuera fácil de adquirir y tomar, y encima hubiera
sido utilizado por los responsables de los éxitos deportivos de entonces
(médicos de equipos rumanos), supuso una auténtica revolución. Las
publicaciones de estudios sobre el uso de carnitina en deportistas de fondo se
multiplicaron con resultados diversos (suele ocurrir así…). Yo acababa de
terminar la especialidad en Estrasburgo y era reciente premio nacional de
investigación con un programa informático que calculaba dietas (mi primer
contacto con los ordenadores Sinclair e IBM, aprendiendo programación en Basic).
Debido a las dos condiciones, mis contactos con la medicina del deporte
francesa a través del Dr Francisque Commandré, participé en un estudio muy
importante sobre la acción de la carnitina (me encargué de evaluar la
cantidad de los aminoácidos precursores de la carnitina, lisina y metionina, en
la dieta de los deportistas estudiados). Los resultados no fueron concluyentes,
de modo que desaconsejamos la utilización de la carnitina como ayuda
ergogénica, y eso sin conocer, entonces, los problemas de ingerir un
transportador de forma continua (regulación a la baja de carnitina
acil-transferasas y al alza de los genes del sistema ubiquitina proteasoma, en
el caso de la carnitina). Así pues, con el paso del tiempo fue perdiéndose su
interés en el deporte (dejando la isla de los culturistas con su obsesión por
perder grasa y definir).
Pero he aquí que la carnitina vuelve a surgir de sus cenizas
y comienza a situarse en su verdadera función demostrándose su utilidad de
forma individual en deportistas con déficit de ingesta de precursores
(vegetarianos), deportes de ultrafondo y entrenamientos en mesociclos específicos (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24045629#)
Volvemos, pues, a seguir con los consejos de individualizar y
dejarse asesorar por profesionales expertos. Las ayudas ergogénicas no son ni
buenas ni malas, ni fraudulentas ni obligatorias, pueden ser un instrumento muy útil
en manos de profesionales competentes, o pueden ser un monumental negocio para charlatanes y desvergonzados.
En nuestra tienda disponemos de Carnitina de garantía.
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