¿Qué es lo que marca la diferencia en el ganador?
Durante toda mi vida dedicada a
formar parte del equipo que ha llevado a deportistas al éxito, he constatado
que hay una mentalidad de campeón que no necesariamente se reflejaba en las
pruebas de laboratorio. Comencé asesorando a competidores en artes marciales
(Judo y Karate), en gran parte debido a que entonces, yo mismo era un karateka
(Goju Ryu de Okinawa). De hecho, mi primera publicación fue sobre la explicación
biomecánica del Oi Tsuki o golpe avanzado de puño y la segunda fue mi tesis
para final de la especialidad de medicina del deporte en Estrasburgo, sobre las
lesiones de raquis en Judo. En aquél momento observé en mí mismo algo que mi
maestro (Onaga) me decía en su medio -por no decir, mínimo- español. El golpe
transmite energía interna (Chi) y solo los que lo practican miles de veces y
siguen la antigua senda de los samuráis (Bushidō) lo consiguen. Después de
decenas de miles de Mae Geri (patada frontal) llegó una que encendió la chispa
de mi percepción. ¡Era cierto! Aquélla patada llevaba parte de mi Chi.
Al volver a mis ocupaciones diarias, he seguido observando que en cualquier deporte, aparece el cazador recolector ancestral con todos sus genes y todas sus características. El deporte de alta competición está muy cerca de lo que debieron ser nuestros ancestros en la pelea diaria entre la vida y la muerte. Me imagino al mejor cazador de la tribu hace doscientos mil años como un fortísimo karateka, sin miedo a la muerte y pleno de bushidō. Lo veo en la imagen del corredor bosquimano que persigue a la presa hasta la muerte del animal. Y veo el “Chi” en el respeto y el ritual que siguen a la muerte del animal (“uno con el universo”).
Al realizar este puñetazo de una pulgada el
profesional está de pie con el puño muy cerca del objetivo. Un rápido
movimiento de la muñeca produce la fuerza necesaria, la muñeca es sostenida con
los nudillos mirando hacia fuera sobre un eje horizontal, la muñeca se mueve
entonces hacia arriba y se produce un golpe con los dos nudillos inferiores. Pues
bien, lo interesante es que Roberts analizó la actividad cerebral de voluntarios
karatekas y observó que la fuerza y coordinación estaban relacionados con la
actividad del área motora suplementaria, que coordina los movimientos
musculares de nuestras extremidades y que había sustanciales diferencias en la
materia blanca de algunas regiones del cerebelo.
¿Qué caracteriza al jugador de
fútbol brasileño surgido de las favelas o al jugador de NBA que se hizo
viviendo en las calles y encestando día a día, hora a hora? Algo que los
preparadores físicos llaman “fundamentos”. Algo que significa creación de “engramas”
motores que hacen innecesario el control cortical. Nosotros hemos evolucionado
durante cientos de miles de años para formar esas técnicas de caza que nos
permitían sobrevivir en un ambiente hostil. Los deportistas actuales nos
enseñan que esos “fundamentos” y la mentalidad bushidō, es lo que caracteriza
al campeón. Cuanto más nos acercamos al esfuerzo máximo, más nos aparece el
cazador que todos llevamos dentro y que en la actualidad permanece oculto
detrás de cientos de discursos internos banales, reiterativos e inútiles. No
debemos olvidar que nuestro cerebro está preparado para recompensarnos con el
esfuerzo y el bushidō.
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