Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid....
Voy
a aprovechar una polémica suscitada en torno a si algún tipo de obesidad puede
ser “sana”, en el sentido de que hayan obesos según el IMC que sin embargo no
tengan los parámetros metabólicos alterados que caracterizan a la obesidad
general y que se denominan obesos metabólicamente saludables.
Hay
dos cuestiones que comentar al respecto y es que en lo que se basan para
determinar la obesidad es el IMC (índice de masa corporal), que en personas con
un gran componente muscular (culturistas) es erróneo ya que las sitúa como
obesas.
Sin
embargo, datos de grandes estudios prospectivos indican que el aumento de la
obesidad abdominal es un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte
más importante en los pacientes no obesos que en los obesos.
Por
otro lado, el buen estado físico aún no se ha podido determinar con precisión
si es independiente de los factores de riesgo cardiovascular. La actividad
física es el principal determinante no genético del buen estado físico y tiene
también efectos favorables sobre la distribución de la grasa corporal, la
sensibilidad a la insulina y otras características del síndrome metabólico. Por
lo tanto el buen estado físico y los factores de riesgo metabólico
probablemente están asociados. Sin embargo por sí solo, el buen estado físico
no constituye un criterio para identificar al individuo con obesidad
metabólicamente sana.
Todas
estas disquisiciones teóricas me sirven de base para exponer como los expertos
clínicos han zanjado el tema desde un punto de vista muy especial, ya que
compara lo que son hechos fisiopatológicos individuales con la relevancia
general epidemiológica y con cuestiones sociales amplias, como la
sostenibilidad del planeta.
Dicen
los autores del artículo que comento, que hay que recordar que un gran número
de personas expuestas a un pequeño riesgo puede generar muchos más casos que en
un pequeño número de expuestos a un alto riesgo. Recientemente al examinar el
curso natural de la obesidad metabólicamente sana, a través de 20 años en un
gran estudio poblacional, otros autores (Bell et al.), demostraron que la mitad
de los sujetos con obesidad sana, progresaron a obesidad mórbida (con
patologías).
Establecen,
frente a criterios muy agresivos, como medir el grado de inflamación, hacer
estudios para conocer el grado de esteatosis hepática o de resistencia a
la insulina etc, que políticas que garanticen la distribución equitativa y el
acceso a una alimentación nutritiva y calórica equilibrada, junto con un
ambiente que permite a las personas que lleven estilos de vida físicamente
activos, es la opción fácil y preferente y deben ser los pilares en la
prevención de la obesidad general (mórbida o premórbida).
Además,
la promoción de estilos de vida activos (es decir, los desplazamientos en
bicicleta, subida de escaleras etc) generará otros beneficios para el planeta,
al reducir drásticamente la huella ecológica de la humanidad a niveles
sostenibles. El principio enunciado por el filósofo Guillermo de Ockham en el
siglo 14 ", Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem"
("No deben utilizarse más cosas que las necesarias"), resume el
mensaje central del artículo.
No
creen los autores que se beneficiará el tratamiento de la obesidad y la
prevención de enfermedades consecuentes con mayores definiciones biológicas
complejas de la obesidad y sistemas para la caracterización de la obesidad. Las
variables antropométricas simples (peso, talla, circunferencia de la cintura)
nos dan información suficiente para la vigilancia de la salud pública y la
acción subsiguiente. Los gobiernos deben poner en práctica y evaluar las
intervenciones de forma continua en toda la población dirigidas a las
verdaderas causas de la obesidad, no sólo sus consecuencias sustitutas.
Me ha
encantado este planteamiento porque es muy global y tiene en cuenta todas las
circunstancias que rodean a la pandemia global que es la obesidad, pero del
mismo modo podría plantearse en el contexto nuestro de ejercicio físico.
Muchos
fisiólogos teorizan ahora sobre los tipos de ejercicio físico (según deportes)
que son más favorables para el mantenimiento de la salud, así como las
diferentes formas de suplementación etc, llegando a disquisiciones finísimas
sobre la mejoría inducida por una proteína con más o menos aminoácidos
ramificados, o el carbohidrato con mayor o menor carga glucémica. Con esta
visión tan particular, perdemos la visión general que deberíamos tener,
considerando al ejercicio físico como una actividad saludable, agradable, realizable
en un contexto social y añadido a una dieta basada en la sostenibilidad y en
los criterios generales de alimentación saludable.
A
veces los árboles nos impiden ver el bosque…..
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