¿Qué pensarán mis pacientes a los que aconsejo carnes rojas para prevenir la anemia?
Vaya lío ha vuelto
a organizar la OMS con su listado de agentes carcinógenos publicado la pasada
semana (en realidad fue la Agencia Internacional para la Investigación del
Cáncer, organismo perteneciente a la OMS).
En realidad, si se
hubiera quedado en un documento técnico dirigido a profesionales sanitarios y
de ahí a la población, habría sido mejor explicado, pero el acceso directo a
los titulares sensacionalistas lo ha desmadrado todo.
Lo primero que hay
que explicar es lo que dice el documento. Luego pasaremos a valorarlo en el
contexto de la dieta habitual y, finalmente, comentaremos las implicaciones
prácticas del revuelo social.
Los criterios que
sigue la citada Agencia se basan en la revisión de estudios científicos (con
animales y humanos) y en la existencia de evidencia que relacione un agente o
grupo de riesgo con el desarrollo posterior de un cáncer. Establece una
relación causa-efecto de igual manera que podríamos afirmar que viajar en coche
puede ser un factor de riesgo. Ahora bien, la evidencia de causalidad no
significa que a mayor evidencia, exista mayor riesgo. En este
sentido, por ejemplo, el tabaco está completamente desaconsejado, pero la carne
roja, no.
Hay que dar
constancia de que este tema no se vincula al problema de obesidad y afecciones
cardiovasculares asociados a la presencia de grasas saturadas y sodio, sino a
factores cancerígenos. Esta es la razón que deja fuera de la
actual noticia a esfuerzos previos realizados en el sentido de ir dirigiendo a
la industria hacia procesados más saludables. En este sentido, tengamos en
cuenta que la Agencia Española de Consumo (Aecosan) ha impulsado iniciativas
para reducir un 10% la grasa y un 5% la sal en la elaboración y venta de
productos cárnicos y charcutería. Ahora el planteamiento es otro y la solución
debe ser otra, también.
Para los
defensores de dietas basadas en nuestra alimentación ancestral, se trata de un
argumento más a favor de nuestra posición. Recordemos, en este sentido, los
pilares en los que se basa el peligro mutagénico de las carnes procesadas.
1.- Presencia de hierro
hemo que estimula la formación de nitrosaminas (compuestos carcinogénicos).
Pues bien, se sabe
que la formación de nitrosaminas disminuye cuando se ingieren antioxidantes
(hortalizas) en la misma comida, así que la solución sería incluir ensaladas y
hortalizas en la comida.
2.- La ingesta
elevada de carnes rojas conlleva la de un compuesto del que en deporte se ha
oído hablar mucho, la l-carnitina. Cuando se consume L-carnitina, las bacterias
intestinales metabolizan en un compuesto llamado trimetilamina (TMA). A
partir de ahí, el TMA entra en su torrente sanguíneo y se oxida por el hígado
en otro compuesto, el óxido de trimetilamina (OTMA), que es un agente muy
proinflamatorio que altera el transporte de colesterol y está relacionado,
claramente, con enfermedades como el cáncer y cardiopatías.
Pero hay un hecho
importante y es que las bacterias causantes de la primera reacción (Prevotella),
no son las nuestras ancestrales (Bacteroides), sino las que se han introducido
al empezar a tomar dietas ricas en cereales. Por tanto, la solución
también es relativamente sencilla, menos cereales y más verduras (más
bacteroides).
3.- Si
generamos aminas heterocíclicas e hidrocarburos aromáticos en el proceso de
cocinado, tendremos mayor riesgo cancerígeno porque estos compuestos lo tienen.
¿Cuándo se forman? Pues cuando gotea la carne roja en la barbacoa y se
encienden al contacto con el fuego.
La solución vendrá
de la mano de cocinar de forma menos agresiva (que no se carbonice la pieza) y
evitando comer las partes ennegrecidas de la carne y…. ¡Nuevamente!.. Tomando
verduras y frutas rojas con antocianinas (que antagonizan esos efectos). Por
cierto que un grupo de alimentos, las crucíferas como la coliflor y el brócoli)
tienen unos compuestos llamados índoles que son capaces de suprimir tumores
inducidos por esos hidrocarburos. Hay un estudio de Walters en 2004 que encontró
que la alimentación de las personas con una dieta que contenía 500 gramos de
crucíferas por día (en forma de brócoli y las coles de Bruselas) redujo la formación
de metabolitos tóxicos, particularmente la 2-amino-1-metil-6-fenilimidazo[4,5-b]
piridine (PhIP). (http://carcin.oxfordjournals.org/content/25/9/1659.full)
4.- Otro
componente cancerígeno es el ácido siálico acerca del que escribí una
referencia en mi libro de alimentación de donde entresaco los siguientes
párrafos:
El ácido siálico
es un carbohidrato de 9 carbonos, componente estructural y funcional de vital
importancia en los gangliósidos cerebrales que desempeña un papel primordial en
la transmisión nerviosa, el desarrollo de la memoria y la comunicación entre
células. Existe una familia de compuestos pertenecientes a este grupo llamada
ácido N-glicolilneuramínico (Neu5Gc) que tiene una especial relevancia ya que
es una de las pocas biomoléculas que diferencia al ser humano de los primates
superiores. La cuestión es que nosotros no podemos formar esa sustancia porque
no tenemos la enzima que la forma (el gen lo tenemos, pero en algún momento
hace millones de años dejó de expresarse), eso significa que no existía en el
tejido de los homínidos, y si en el de los monos como el chimpancé (este tema
tiene una gran importancia paleoantropológica porque es de las pocas
diferencias entre los primates y nosotros). Pues bien, los homínidos no lo
tenían, mientras que en nosotros se encuentra en pequeñas cantidades. Parece
que el origen de esta presencia pudiera ser la dieta, ya que es muy mal
digerida y la poca que se absorbe, se acumula en los tejidos; lo malo es que es
una sustancia con poder antigénico y puede estar relacionado con el tipo de enfermedades
que ahora suponen una auténtica plaga, las enfermedades autoinmunes e
inflamatorias.
Muy bien,
pues tenemos investigaciones recientes que confirman este hecho y van más allá
al relacionar la presencia de este compuesto con el desarrollo de tumores.
Y es que el cuerpo
ve a las carnes rojas como un invasor externo que debe ser eliminado,
provocando la emisión de una reacción inmunitaria tóxica que produce cáncer. De
hecho, los investigadores siempre se han cuestionado cómo los carnívoros pueden
tener una alimentación basada en una dieta alta en carnes rojas sin tener
ninguna consecuencia adversa para la salud. Ahora se ha descubierto que el
cerdo, el vacuno y el cordero contienen el Neu5Gc que se produce naturalmente
por otros seres carnívoros pero no por el ser humano. Al no tener relación con
ese compuesto previa a la dieta, el organismo humano reacciona como ante un
agente potencialmente agresivo, desencadenando una respuesta inmunitaria y
produciendo anticuerpos que a su vez generan inflamación y eventualmente
cáncer.
En efecto, los
tejidos tumorales humanos tienen mucha mayor cantidad de este compuesto, y eso
indujo a grupos de investigadores a experimentar con modelos de ratón
especialmente criados que carecían de la molécula Neu5Gc (imitando los seres
humanos). En los ratones que recibieron anticuerpos, se generó la inflamación,
y los tumores crecieron con mayor rapidez. Por el contrario, en los ratones de
control que no fueron tratados con anticuerpos, los tumores eran menos
agresivos. Los científicos de la Universidad de California comprobaron,
entonces, que los ratones que se encontraban genéticamente alterados para no
producir esta azúcar, desarrollaron tumores al momento de ingerirla,
relacionando la presencia de Neu5Gc en la dieta, la inflamación de bajo grado
crónica y la génesis de tumores.
¿Saben que
alimentos contienen una cantidad significativa de esta sustancia?
Pues fíjense en
las cantidades de Neu5Gc que depositarían distintos alimentos si se ingiriesen
a diario: 10.000 microgramos para la carne de vacuno; 5.000 para la carne de
cerdo o cordero; 5.000 para el queso de cabra; 800 para el salmón; 700 para la
leche de vaca. Mientras que tan sólo sería de 20 a 30 para la carne de pollo y
pavo, atún y bacalao, siendo 0 para frutas, hortalizas y legumbres.
Por tanto, si
usted come carne roja (o bebe la leche), es muy probable que tenga anticuerpos
para Neu5Gc. Los veganos no tienen estos anticuerpos, lo que sugiere que el
consumo de productos de origen animal es la razón de por qué existen estos
anticuerpos en los seres humanos. Neu5Gc tiene, por tanto, un mecanismo
plausible para el aumento de riesgo de cáncer. Sin embargo, las dosis
requeridas son desconocidas por el momento.
Así pues,
comer carnes rojas en un contexto de dieta ancestral no entraña riesgo alguno
(de las carnes procesadas y embutidos no hablo porque el único cochino ancestral
que había por los montes hace cientos de miles de años eran jabalíes y los
propios homínidos que no creo que se ducharan con jabón).
Ahora las empresas
contratarán científicos consentidores, amenazarán con la destrucción de puestos
de trabajo, dirán que son contubernios y demás, sencillamente porque el
objetivo de la industria es que las ventas no dejen de crecer, pero al final,
los consumidores seremos los que tendremos la última palabra.
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