A beber, a beber y a olvidar...
Recientemente observo el recrudecimiento de campañas para
hidratarse mejor, junto a reticencias de algunos profesionales que ven en ellos
una propaganda masiva de empresas de refrescos y zumos.
Para entender bien lo que ocurre, hay que remontarse años
atrás (más de 30), cuando médicos de mi especialidad observábamos como algunos
deportistas (incluso soldados de la mili obligatoria), padecían patología por
calor que, en casos extremos, provocaban la muerte en personas jóvenes sin
enfermedad previa.
Muchos de nosotros tuvimos que enfrentarnos con conceptos
erróneos y peligrosos, pero comunes en la práctica deportiva.
Recuerdo, en mi
experiencia personal, cómo un entrenador de un equipo del máximo nivel, a mi
requerimiento de que dejara a los jugadores beber en los entrenamientos, me
respondía que en los partidos no se permitía beber y eso también había que
entrenarlo no bebiendo en los entrenamientos.
Era, por tanto, habitual, que los entrenadores no hicieran
descansos para beber porque desconcentraban a los jugadores o, como en el caso
de mi experiencia personal, porque tenían un error brutal de concepto ya que
pensaban que pasando sed en los entrenamientos, se toleraría mejor la sed en
los partidos. Algo así como la anécdota que me contaba un tío de mi padre sobre
el labrador que estaba acostumbrando a su burro a no comer y, cuando ya lo
tenía casi habituado, se murió.
No nos extrañemos de lo que comento, ya que la normativa
actual de permitir beber agua en los partidos de fútbol, es decisión del
árbitro en base a la consideración de “temperatura extrema”: - El árbitro, de
acuerdo con los dos equipos, podrá parar el partido una vez en cada parte a
partir del minuto 25 de cada periodo. La pausa durará dos minutos, que tendrán
que ser añadidos al tiempo extra-.
La reacción general, como suele ser habitual, a la queja
constante por nuestro colectivo sobre la necesidad de cambiar reglamentos en
los deportes y convencer a entrenadores de la importancia de permitir beber a
los jugadores cada cierto tiempo, particularmente en deportes especialmente
expuestos, fue desmesurada y pasamos de la deshidratación y patología por calor
a casos de fallecimiento por intoxicación hídrica debido a beber agua sin
ingerir sodio en carreras de larga distancia (particularmente en corredores
populares).
Diríamos que ahora estamos en el punto álgido, en el que las
empresas han encontrado una buena línea de marketing explotando la idea de la
hidratación y patrocinando iniciativas como el Observatorio de Hidratación y
Salud (impulsado por la Asociación Nacional de Fabricantes de Bebidas
Refrescantes Analcohólicas).
En este momento, estamos en la punta del movimiento pendular
de reacción a la deshidratación crónica habitual de finales de siglo pasado,
por lo que vivimos un momento en que parece que hay que beber aunque no
tengamos sed ni practiquemos deporte. Como ejemplo de ello, voy a copiar
literalmente un fragmento del escrito que el observatorio comentado, tiene para
los estudiantes:
Lo fundamental es
beber de 2 a 3 litros de líquidos al día, incluyendo variedad de bebidas ya
que, los diferentes sabores ayudan a alcanzar esta cantidad. Además de agua, se
recomienda beber infusiones, refrescos, zumos, lácteos, caldos, etc.
Además, no se debería esperar a tener sed ya que esta sensación aparece cuando ya existe cierta deshidratación y, por tanto, el rendimiento mental ya puede verse afectado.
Uno de los trucos para mantenerse correctamente hidratado es tener sobre la mesa una botella de alguna bebida que recuerde la necesidad de beber regularmente.
Los descansos también son un buen momento para hidratarse, por lo que se recomienda aprovechar esas breves pausas cada dos horas para beber. Además, para combatir el cansancio y favorecer la atención, se puede aprovechar para aportar alimentos o bebidas con glucosa, que contribuye a mejorar el rendimiento y disminuir la fatiga.
Además, no se debería esperar a tener sed ya que esta sensación aparece cuando ya existe cierta deshidratación y, por tanto, el rendimiento mental ya puede verse afectado.
Uno de los trucos para mantenerse correctamente hidratado es tener sobre la mesa una botella de alguna bebida que recuerde la necesidad de beber regularmente.
Los descansos también son un buen momento para hidratarse, por lo que se recomienda aprovechar esas breves pausas cada dos horas para beber. Además, para combatir el cansancio y favorecer la atención, se puede aprovechar para aportar alimentos o bebidas con glucosa, que contribuye a mejorar el rendimiento y disminuir la fatiga.
Observemos dos frases que son clave para entender el
repentino interés de la industria por este tema:
Fijémonos en el punto en el que dice que además de agua, se
recomienda beber refrescos… Y también, el fragmento en que dice que durante el
descanso se puede aprovechar para tomar bebidas con glucosa….. ¿No se observa
el mensaje de forma clara? El objetivo es vender refrescos azucarados, lo cual
está reñido con los conceptos actuales de nutrición, y todo ello, basado en el
argumento cierto de que hay que prestar atención a una buena hidratación.
En definitiva. La cuestión no es si las campañas sobre
aumentar la ingesta de líquidos o de alimentos ricos en agua (frutas y
verduras) son conceptualmente correctas o no, ya que la respuesta sería “depende”.
Cada caso es diferente y depende de la persona, el nivel de actividad física,
la zona (temperatura, humedad) etc.
Nuestro organismo ha evolucionado muy bien para soportar
situaciones de fuerte calor ambiental, pero siempre cerca de una fuente de
agua. Los bosquimanos cazan por persistencia agotando a sus presas a la
carrera, pero siempre tienen enterradas calabazas con agua en sitios
estratégicos para poder beber.
Todo ello hay que tenerlo en cuenta a la hora de juzgar
estas campañas y toda la presión mediática sobre la hidratación. Hay que
sopesar cada situación, cada persona, su edad, actividad, zona, situación
ambiental, dieta, hábitos, etc etc
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