Donadores de metilos en el deporte
La transmetilación es una
reacción química por la cual el radical metilo (CH3) de una sustancia es
transferido a otra, y es enormemente importante para nuestro metabolismo. El
uso de compuestos que participan en estas reacciones es muy amplio,
particularmente desde que el más conocido, la S-adenosil-metionina (SAM),
pasara a dispensarse en USA como producto dietético. Pues bien, el uso de este
compuesto como donador de grupos metilo a la homocisteína para formar metionina, se ha
aprovechado desde hace algún tiempo para tratar niveles altos de homocisteína
en pacientes con enfermedad coronaria. Su uso en deportistas tiene que ver con
la metilación de ácidos nucleicos y otros substratos (síntesis de carnitina,
creatina, fosfatidilcolina) que requieren la transferencia de grupos metilo
solamente desde S-adenosil-metionina, liberando metionina adicional para otras
funciones metabólicas.
El uso de SAM, fue frecuente en
el deporte hace algún tiempo, en este sentido, recuerdo la tesis doctoral de un
colega, el Dr Gerardo Villa, por los años ochenta, cuando era el médico de
ciclistas profesionales y se enfrentaba al daño hepático que se producía en los
ciclistas tras las durísimas etapas del Tour de Francia, con analíticas de
sangre que mostraban elevación de las enzimas hepáticas hasta cifras que en
medicina general hubieran llevado a sospechar hepatitis. Posteriormente su uso
se ha diluido debido a la aparición de otros agentes más activos.
Aunque la S-adenosilmetionina
protege frente a los efectos negativos del ejercicio agudo en animales de laboratorio,
que es lo que el Dr Villa demostró en su tesis, en el deporte solamente se han
utilizado la lecitina y la dimetilglicina o DMG con resultados muy pobres. La
DMG es el componente activo del ácido pangámico (mal llamada vitamina B15,
porque no es una vitamina). El pangamato cálcico lo utilizaron los deportistas
olímpicos de la antigua Unión Soviética, pero los trabajos publicados no reúnen
alguno de los requisitos exigidos para que sus resultados sean considerados
válidos (falta el análisis estadístico). De todas formas, el empleo del ácido
pangámico o de la DMG no es muy aconsejable, debido a sus parcos resultados
deportivos. Sin embargo, en deportistas se sigue usando en tendinosis y para
minimizar los efectos del esfuerzo de alta intensidad a nivel hepático por su
acción al incrementar la síntesis de glutation.
No obstante, uno de estos
compuestos ha captado mi atención, se trata de la trimetilglicina (TMT) o
betaína, que es un compuesto que está presente en todos los organismos vivos en
cantidades variables (hay niveles elevados en la remolacha azucarera, la
semilla de algodón o el germen de trigo). Pues bien, su uso como ingrediente en
dietas de animales domésticos data de mediados del siglo pasado como
sustitutivo de la metionina y la colina en dietas para aves. En 1990 se publicó
un trabajo en el cual se indicaba que la suplementación de la dieta con betaína
reducía la cantidad de grasa en las canales de pollo y, a raíz de ello, creció
el interés de la utilización de betaína en los piensos como compuesto
lipotrópico. En los cerdos, el interés por la utilización de betaína ha
aumentado desde que en 1993 se observó una importante disminución en la grasa
dorsal, aumentando el porcentaje magro (justo lo que quieren un montón de
deportistas que contactan conmigo para quitarse grasa de las zonas en las que
no desean que aparezca). En este caso, la colina y la betaína actúan como
lipotropos aumentando las concentraciones de betaína y betaína-homocisteína
metil transferasa hepáticas. Aunque el papel metabólico exacto de la betaína en
la regulación del tejido adiposo no se conoce exactamente, la metilación de la
homoscisteína a metionina, y la subsecuente transaminacion de la metionina,
podría reducir el pool disponible de homocisteína para la producción de acetil
Co A y así reducir la cantidad de substrato disponible para la síntesis de
ácidos grasos, y su consecuente deposición.
Una vez constado este hecho en
animales, era razonable pensar en su paso inmediato al deportista. Recordemos,
en este sentido, lo que ocurrió en ciclistas con la llamada hemoglobina de pero
(pongo a continuación lo que contó un ciclista profesional):
En su libro, ‘Fiebre amarilla’,
Rasmussen admite que algunos ciclistas se inyectaban sangre sintética para
perros. “Tuve esta impresión después de ver a tres ciclistas del Telekom copar
el podio en los Juegos Olímpicos de 2000 (Ullrich, Vinokourov y Kloden)”,
indica en este libro.
“No hacía falta hacer demasiado
análisis para saber que algo estaba pasando. Había oído rumores que hablaban de
que Telekom utilizaba hemoglobina sintética. Nunca supe si era cierto, pero los
resultados fueron concluyentes. Descubrí la existencia de una hemoglobina
sintética para perro cuya composición era muy similar a la que se administra en
seres humanos”, indicó. Rasmussen continúa con su declaración reconociendo que,
en ese momento, probó el método. “¿Por qué no intentarlo?
Bueno, pues efectivamente, la
betaína ya se utiliza como supuesta ayuda ergogénica y hay, incluso, un
artículo publicado en una revista seria que lo avala. Hasta aquí no hay nada que
resulte especialmente relevante. Es la típica historia de cientos de sustancias
que toman los deportistas. Lo que hace más interesante este compuesto es que el
artículo publicado por Jenna M Apicella de la Universidad de Connecticut y
colaboradores explica la acción de la betaína activando la Akt (proteína quinasa
B), una proteína quinasa que juega un papel crucial en múltiples procesos
celulares. Una proteína quinasa es una enzima que modifica otras proteínas
(sustratos), mediante fosforilación, y por tanto activándolas o
desactivándolas. Ocupan, por tanto, un lugar central en la cascada de respuesta
ante una señal química que llegue a la célula: sirven de puente entre un segundo
mensajero (usualmente, AMPc), y las respuestas celulares al estímulo
(activación o desactivación de factores de transcripción, por ejemplo). Yo soy
un seguidor fiel de los estudios de los bioquímicos que analizan estas
quinasas, como la AMPk a la que se adjudica un papel clave para entender por
qué el sedentarismo no es una opción en nuestra especie.
Pues bien, durante dos semanas, estos
investigadores estuvieron dando a un grupo de deportistas, dos dosis de 1,25 g
de betaína al día. Tras el período de suplementación, los investigadores
sometieron a los estudiantes a entrenamiento de piernas, y justo antes y 15
minutos después del entrenamiento, los investigadores analizaron la sangre de
los individuos. Asimismo, antes y 10 minutos después de la sesión, también
tomaron una muestra de células musculares de la pierna de los sujetos. Pues
bien, después del entrenamiento, los investigadores observaron una mayor
actividad de las moléculas de señalización anabólica Akt y p70-S6k. Los
investigadores concluyeron que la suplementación de betaína mejora el control
endocrino de las vías anabólicas frente a las catabólicas, lo que
indudablemente sería un factor muy importante para confirmar con posteriores
investigaciones.
Lo bueno es que es un producto
dietético, no tiene contraindicaciones y se puede obtener de la remolacha
azucarera.
Enlace al artículo
Productos que la contienen si no
apetece tomar remolacha
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