Suplementos en función del sexo del deportista




Estamos asistiendo a una afortunada revolución en el trato general a la mujer en todos los ámbitos. Algunos aspectos son apasionantes, como el trato laboral, la revolución sexual etc, pero a mí el que me atrae, desde el punto de vista de mi profesión, es el rendimiento deportivo.

El acceso de la mujer a la práctica del deporte de alta competición ha sido espectacular. Algunos ya lo avanzábamos hace años (en mi caso, siempre he pensado que se debería al hecho del atraso en el que estábamos anclados hace veinte años, en relación con el varón). Las limitaciones que hemos estudiado los médicos en la especialidad de medicina del deporte, se debían, fundamentalmente, a condiciones que involucraban el sistema de transporte de oxígeno (menor capacidad cardiovascular y de entrega del oxígeno (diferencia arterio-venosa)), al propio músculo (menos porcentaje muscular y más graso, junto a una distribución de fibras menos optimizada para la exigencia deportiva), a la anatomía (pelvis ancha, ángulo Q mayor (El ángulo Q es el formado por una línea que va desde la Espína Ilíaca Antero Superior (EIAS) al centro de la rótula y la línea que va desde el centro de la rótula hasta la tuberosidad anterior de la tibia)) y a otras. Hay que entender que en la evolución que nos ha llevado hasta este punto, aunque todos tenían una intensa actividad física, la caza siempre estaba reservada al varón, ya que la maternidad era un factor limitante (no se puede estar al acecho de un animal con una cría en la espalda emitiendo ruidos).

Algunos colegas (por ejemplo  van Aaken y Joan Ullyot), llegaron a especular que el ascenso de la mujer en deportes de fondo las llevaría a superar al varón una vez eliminada la prohibición de correr el maratón (¡ay qué reglas más estúpidas hemos vivido!). (Se basaban en el mayor porcentaje de grasa que podía suponer un aporte energético mayor a largo plazo para el músculo en pruebas de fondo y ultrafondo). No ha sido así, y todos sabemos que en la actualidad, el récord de maratón masculino sigue siendo significativamente menor que el femenino. Sin embargo, en especialidades en las que la elasticidad, precisión, técnica y entrenamiento son muy importantes, el avance de la mujer sigue acercando a ambos sexos.

Pues bien, en este contexto, hay dos cosas que han variado poco y se entroncan al hecho universal que arrastramos como axiomas de que el organismo es el mismo y la diferencia de sexo solo afecta a estética y hormonas. Ahora sabemos que los medicamentos no afectan del mismo modo a hombres y a mujeres, y lo sabemos porque a fuerza de realizar estudios en los que los varones eran predominantes, se observaba que la respuesta clínica era diferente y, en algunos casos, enormemente distinta. Un ejemplo se observó en el tratamiento de la depresión con un inhibidor de la recaptación de la serotonina llamado citalopram. Resulta que al concluir el tratamiento, las mujeres tenían un treinta y tres por ciento de mayores probabilidades de lograr una cura completa de su depresión pese al hecho de que al iniciarse en estudio sufrían mayores síntomas. El estudio no mostró diferencias entre hombres y mujeres respecto a los efectos secundarios, la cantidad de tiempo durante el cual los pacientes utilizaron el fármaco o el tiempo que les demoró eliminar los síntomas.

Antes de 1993, las mujeres no se incluían frecuentemente en los estudios de bioequivalencia basándose en la idea de que al hacerlo aumentaría mucho la variabilidad interindividual, lo que obligaría a aumentar la muestra (costes, tiempo, etc). Pero en un análisis realizado por la FDA de 26 estudios de bioequivalencia que incluyeron 94 conjuntos de datos, se mostró la existencia de más de un 20% de diferencias relacionadas con el sexo en las áreas bajo la curva concentración-tiempo o en la concentración máxima.

La Comisión Europea tomó cartas en el asunto y creó el proyecto Genderbasic dentro del sexto programa marco de investigación y desarrollo tecnológico (dirigido por la investigadora holandesa Ineke Klinge). Poco a poco empezaremos a ver como los investigadores realizan estudios en ambos sexos y no aplican a uno los resultados del otro (como ocurre con los fármacos contra la osteoporosis en los que la mayoría de estudios se han realizado en mujeres y con ellos tratan también a los hombres).

Yo me aplico el cuento como investigador, entono el “mea culpa” y aviso a navegantes de que en el mundo de la suplementación deportiva, esto no ha hecho más que empezar. Nadie defiende ya a nivel fisiológico el “pan para todos” de estudios realizados con suplementos muy conocidos como la creatina o la glutamina en varones y su aplicación sin más a las mujeres deportistas.
Necesariamente hay que individualizar los planes de suplementación y, dentro de las consideraciones que hay que hacer, como la dieta, el deporte, nivel, horarios, etc, hay que incluir el sexo. Huyamos de suplementos, supuestamente efectivos, en los que se recomienda una pastilla -pan para todos-. Hay que empezar a hablar de dosis por kilo y de factores individuales. 

Vamos a ver un ejemplo. La creatina divide a los deportistas a los que se la damos en:
1)      Sensibles, que son los que muestran una respuesta positiva y manifiestan un incremento significativo del peso corporal (~2 kg), con una amplificación de más del 15% sobre los niveles básales de creatina total muscular, mayor nivel de masa magra y una proporción elevada de fibras rápidas tipo IIa
2)      Algo sensibles, que muestran un incremento de entre 10% a un 19% de los niveles de creatina total. En estos casos, si bien no se observa una incremento significativo de la masa corporal, si pueden determinarse mejoras en la velocidad de recuperación entre trabajos intensos y repetidos.
3)      Nada sensibles, que muestran un incremento de los depósitos de creatina inferior al 10% sobre sus valores basales. En estos casos, siempre que no exista un proceso de deterioro de la masa muscular como el que puede ser inducido por una lesión, no suelen observarse incrementos significativos de la masa corporal o del rendimiento físico (American College of Sport Medicine 2000, Persky & Brazeau 2001, Syrotuik & Bell 2004).

Pues bien, ahora habrá que empezar a realizar estudios en deportistas femeninas y publicar resultados. Mientras tanto, al igual que seguimos un poco el cuento de la vieja para aplicar las cargas de creatina en nuestros deportistas masculinos, tendremos que considerar que una dosis determinada en una mujer puede no significar que no sea sensible, sino que a lo mejor no hemos tenido en cuenta el sexo.

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