El ayuno...



He leído todo lo que ha caído en mis manos sobre el ayuno y ha excitado mi curiosidad, así que vamos a tratar de comentar algunos aspectos sobre una práctica que ha sido un acompañante incómodo en ocasiones, un motivo de espiritualidad en otras e incluso, un supuesto aliado de la salud en las más recientes.
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Ayunan los místicos para alcanzar metas de realización personal, los ascetas, los fanáticos de supuestas tradiciones milenarias, los vanidosos que pretenden alargar su vida y, por supuesto, de forma totalmente involuntaria, los que están en momentos penosos de falta de recursos. 


Evidentemente, excepto estos últimos, todos encuentran un motivo justificado para esa práctica, pero ¿Tiene una justificación científica?


Si leemos a los místicos, tenemos todo tipo de argumentos, pero siempre como justificación teórica a lo que en la práctica se descubre como exitoso. En la tradición musulmana se explica que Mahoma dijo: “A través de la oración recorremos la mitad del camino al cielo y a través del ayuno lo recorremos entero”. En la India, el yogui Prahlad Jani, de 83 años afirma haber vivido sin comida ni agua desde 1940, y dice que la diosa Amba le sostiene. Casos como el suyo son muy comunes en India y se constatan como fraudes que entran dentro del ambiente ausente de nivel cultural y científico de la población rural, así como de la característica peculiar del hinduismo que se caracteriza por insistir en prácticas físicas muy extremas (el propio Buda experimentó el ayuno al máximo nivel y renunció a él para conseguir la “iluminación”). El caso de Prahlad Jani es famoso por haber sido estudiado en 2003 por Sudhir Shah y otros médicos en Sterling Hospitales (Ahmedabad, India), constatando, supuestamente, que durante 10 días no comió, bebió, orinó ni defecó. Sin embargo, el Dr. Michael Van Rooyen, director de la prestigiosa organización Harvard Humanitarian Initiative, desestimó los resultados de la observación como "imposible y fraudulenta” tras estudiar los resultados y videos del experimento (por cierto, nunca presentados ni publicados en revistas científicas). Otro caso más cercano a nuestra cultura, es el de Henri Monfort, chamán (en su visión personal), afincado en Nantes (Francia), que lleva 7 años sin comer y dice que se alimenta del “Amor Universal” en una dimensión de Unidad. 


Lo curioso de este tema es que ha pasado del campo de la individualidad mística y el ascetismo y ocultamiento, a la explosión universal de internet, de modo que llega a haber una moda de internautas (supuestamente más de treinta mil) que siguen caminos de búsqueda de la alimentación mediante el “prana” (en terminología hindú, aire inspirado). Tienen libros, blogs, páginas web y métodos de camino hasta llegar a conseguir la meta de la vida sin alimento material. En este punto me permitirán los lectores una pequeña ironía si les digo que me recuerda un pensamiento que me transmitió mi abuelo acerca de aquél labrador que experimentó con su burro no dándole de comer para evitar gasto y cuando ya casi lo tenía acostumbrado, se le murió de inanición.


En este punto, los que me siguen en mis averiguaciones sobre la justificación evolucionista de muchos aspectos de nuestra alimentación y ejercicio, entenderán que sea crítico con esta tendencia, ya que desde el punto de vista evolucionista no existe el ayuno saludable. No hay depredador que se someta a un ayuno voluntariamente y, nosotros, en nuestra etapa de cazadores y recolectores, teníamos como objetivo primordial, alimentarnos. El ayuno nunca era extremo y si no había carne de caza, se pescaba, o se comían raíces, insectos, lo que fuera. Si la situación se convertía en extrema, la debilidad hacía más difícil la supervivencia y la tribu podía desaparecer en su conjunto (algo que debió suceder de forma muy común en el África sometida a los cambios climáticos que dieron lugar a la aceleración de la adaptación de nuestro cerebro y a la aparición del hombre moderno). Desde este punto de vista, como especie, algo le debemos al ayuno forzado, aunque desde el punto de vista individual fuera terriblemente trágico.


Otro de los aspectos a los que se refieren los partidarios del ayuno, es a la limpieza de tóxicos y depuración de nuestro organismo. Sin embargo, este punto ni lo voy a tratar, ya que es extremadamente simplista pensar así y obviar, por tanto, el papel del hígado y los riñones en su quehacer diario.


No hay, por tanto, ningún argumento científico que avale el ayuno extremo, pero otra cosa distinta es el agotamiento de recursos energéticos, sea por el ejercicio intenso en sí mismo, o por la actividad física asociada al ayuno parcial. Este caso es radicalmente distinto y viene avalado por la medicina evolucionista, por la medicina deportiva (entreno en ayunas) y por la práctica médica más reciente (ayuno terapéutico en pacientes con diabetes II y otras patologías). 


En nuestro caso –nutrición aplicada al deporte-, el entrenamiento en situaciones de ayuno es una práctica importante que sabemos que activa señalizadores de la importancia de la kinasa del AMP (AMPk), regula al alza transportadores de nutrientes como la glucosa (GLUT4) etc


Tal están las cosas en este punto, que el debate de entrenamiento en ayunas se está quedando en una conversación entre los que tienen práctica y están al día y los que no.

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