La cúrcuma, esa gran especia
Hace algún tiempo que he seguido
con atención el derivado de una especia (cúrcuma) proveniente de la medicina
ayurvédica (curcumina). En septiembre leí una publicación en una revista médica
que explicaba su acción antiinflamatoria, en base a su acción citoprotectora a
través del factor Nrf2, induciendo cambios favorables en la función
mitocondrial. Posteriormente, han aparecido publicaciones que explican mejor su
acción antiinflamatoria al poder aplicarle una tecnología de nanopartículas
favoreciendo su mala absorción al ingerir la cúrcuma directamente. Así, investigadores
de la Universidad Estatal de Ohio en Columbus, inyectaron en ratones un
extracto de pared celular bacteriana que normalmente provoca una respuesta
inmune. A continuación, los investigadores observaron cómo reaccionaba la
proteína NF-kB, que desempeña un papel clave en la respuesta inmune, observando
signos mínimos de activación de la proteína NF-kB en los ratones que habían
recibido la curcumina nanoemulsionada. En contraste, la reacción de la proteína
NF-kB fue 22 veces mayor en los animales que habían recibido la curcumina
normal. Además, los investigadores observaron que la curcumina detuvo el envío
de macrófagos, los cuales también contribuyen a la inflamación.
Este es un ejemplo típico de un
derivado de una planta (en este caso una especia), usada tradicionalmente en la
medicina tradicional y que tiene una aplicación interesantísima en la medicina
del deporte (eliminando la opción de los fármacos antiinflamatorios con
importantes efectos en el estómago) en lesiones musculares y contusiones. Por
otro lado, pone de manifiesto cómo la presentación industrial del producto es
clave en su funcionamiento.
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