La píldora del ejercicio empieza a no ser una utopía
Hace poco
bromeaba en una conferencia con lo que algunos llamaban la píldora del
ejercicio, mimetizando uno de los señalizadores que se activan con el ejercicio
físico y que es clave en nuestro metabolismo, la quinasa del AMP. Yo comentaba
que el uso de este tipo compuestos era absolutamente ridículo debido a que su
aumento en el organismo del atleta, era suyo y nada más (absolutamente propio e
individual). Sin embargo, uno de los mayores expertos en la función
mitocondrial, Mark Tarnopolsky, acaba de fundar la empresa Exerkine Corporation,
que es una compañía de biotecnología-farmacéutica que está desarrollando nuevas
terapias altamente eficaces para tratar una variedad de enfermedades genéticas
asociadas con el envejecimiento sobre la base de la comprensión de la
fisiología del ejercicio.
No tiene nada
de especulativo, muy al contrario, es un proyecto muy serio en el que están los
mejores especialistas en fisiología del ejercicio del momento.
¿Cuál es la
base de estos tratamientos?
Pues algo que
todos los que nos dedicamos a esta profesión, vemos desde siempre, que el
deportista (en absoluta integración con su metabolismo evolutivo), produce
señalizadores (en tejido muscular y otros tejidos), que le ayudan a prevenir
enfermedades que causan una devastación entre los sedentarios.
Gran parte de
estos señalizadores se conocen y, de hecho, son la base de la prescripción del
ejercicio como terapia. Sin embargo, por mucho que nos empeñamos en comunicarlo
a nuestros colegas, la respuesta es siempre que recomendar ejercicio intenso a
obesos, diabéticos 2, pacientes con osteoartritis y grandes limitaciones, es
utópico.
Pero ¿Qué pasaría
si estos señalizadores los obtuviéramos de atletas y los inyectáramos en los
pacientes?
Esta es la
propuesta de estos científicos, que han obtenido estos compuestos a los que han
llamado exerquinas, obteniéndolos de exosomas y microvesículas de deportistas.
La
interleucina 6 es una de estas exerquinas (es una mioquina bien conocida, cuya
producción muscular mejora la captación de la glucosa y la oxidación de ácidos
grasos en el músculo, con propiedades endocrinas añadidas, estimulando la
lipolisis y la gluconeogénesis en hígado).
IL-6 estimula
la producción de glucagón como el péptido 1 (GLP-1) en las células L del
intestino. GLP-1, a su vez, induce la secreción de insulina del páncreas.
Otros señalizadores son el factor de crecimiento vascular endotelial (VEGF-A) y otros factores angiogénicos, factor neurotrófico cerebral (BDNF) y el factor inhibidor de la leucemia, por ejemplo.
Pues bien,
estos autores (y me lo tomo muy en serio), hablan de que los próximos 5-10
años, probablemente darán amplia información sobre el papel de los exosomas y
microvesículas que se relacionan con la obesidad y la diabetes tipo 2, y cómo
el ejercicio tiene un papel en la mitigación de estos trastornos. Consideran que el uso de exosomas como
vesículas para trasladar exerquinas de los atletas a los pacientes, provocarán
efectos pro-metabólicos vía La grasa parda o tejido adiposo marrón y la recién
descubierta grasa beige o brillante.
Asimismo, dada la amplia distribución de los exosomas en muchos tejidos y órganos, la ingeniería de estas vesículas podrían hacerlas útiles para el suministro de proteínas y mRNA para el tratamiento de trastornos genéticos en el futuro.
Adeel Safdar, Ayesha Saleem and
Mark A. Tarnopolsky. The potential of endurance exercise-derived
exosomes to treat metabolic diseases. Nature
Reviews Endocrinology 12, 504–517 (2016) doi:10.1038/nrendo.2016.76
Abstract | Endurance exercise-mediated
multisystemic adaptations are known to mitigate metabolism-related disorders
such as obesity and type 2 diabetes mellitus (T2DM). However, the underlying
molecular mechanisms that promote crosstalk between organs and orchestrate the
pro-metabolic effects of endurance exercise remain unclear. Exercise-induced release
of peptides and nucleic acids from skeletal muscle and other organs
(collectively termed ‘exerkines’) has been implicated in mediating these
systemic adaptations. Given that the extracellular milieu is probably not a
hospitable environment for labile exerkines, a lipid vehicle-based mode of
delivery has originated over the course of evolution. Two types of
extracellular vesicles, exosomes and microvesicles, have been shown to contain
proteins and nucleic acids that participate in a variety of physiological and
pathological processes. Exosomes, in particular, have been shown to facilitate
the exchange of peptides, microRNA, mRNA and mitochondrial DNA between cells
and tissues. Intriguingly, circulatory extracellular vesicle content increases
in an intensity-dependant manner in response to endurance exercise. We propose
that the systemic benefits of exercise are modulated by exosomes and/or
microvesicles functioning in an autocrine, paracrine and/or endocrine manner.
Furthermore, we posit that native or modified exosomes, and/or microvesicles
enriched with exerkines will have therapeutic utility in the treatment of
obesity and T2DM.
http://www.nature.com/nrendo/journal/v12/n9/abs/nrendo.2016.76.html
http://www.nature.com/nrendo/journal/v12/n9/abs/nrendo.2016.76.html
Comentarios