Objetivo: Comprender mejor los señalizadores que promueven el desarrollo muscular
La masa muscular es
el resultado de un balance dinámico entre rutas de señalización, que regulan la síntesis y la degradación de proteínas. Por lo tanto,
es lógico pensar que la pérdida de masa muscular pueda resultar de la
disminución de la síntesis de proteínas, del incremento de la degradación de
proteínas o de una combinación de ambos.
En su desarrollo biológico normal en personas físicamente
inactivas, los picos más altos de masa muscular en la mujer se encuentra entre
los 16 a los 20 años y en el hombre entre los 18 y 25 años, estos se podría ver
modificado por comportamientos individuales del sujeto como: entrenamiento,
dieta, entre otros. Estos porcentajes comienzan a modificarse a partir de la
tercera década de vida, donde se observa una pérdida paulatina de este tejido
en personas no entrenadas, alrededor del 3 al 8% por década hasta los 50 años,
edad a partir de la cual varios autores resaltan una perdida pronunciada
alcanzando porcentaje del 12 al 15% por década, este proceso biológico conocido
como sarcopenia, se lo asocia directamente con la disminución en la fuerza y
potencia muscular (dinapenia) y con ello mayor probabilidad de caídas y
fracturas en personas adultas generando una mayor dependencia y en muchos casos
hasta cierta discapacidad.
Las rutas de señalización que hemos comentado que son claves
en la síntesis y degradación de proteínas, son complejas, pero al parecer la
testosterona es un modulador clave de la
comunicación entre ellas. En general, se
acepta que los andrógenos, el eje hormona del crecimiento/factor de crecimiento
similar a insulina 1 (GH/IGF1) y la folistatina (una proteína extracelular)
activan rutas anabólicas. Por el contrario, la miostatina (un potente regulador
negativo del desarrollo de la masa muscular y miembro de la familia del factor de crecimiento
transformante β) y las ligasas de ubiquitina regulan rutas que resultan en la degradación de músculo
esquelético.
La miostatina es una proteína de la familia de los factores
de crecimiento. Los factores de crecimiento son proteínas que se unen a
receptores en la superficie de la célula, con el principal resultado de la
activación de proliferación o diferenciación celular.
La miostatina se expresa -es decir, transforma la
información codificada por los ácidos nucleicos en las proteínas necesarias
para su desarrollo-, fundamentalmente en el músculo esquelético, en donde ha demostrado
desempeñar un papel importante en la regulación del metabolismo. Su principal
función conocida es actuar como agente inhibitorio del crecimiento del tejido
muscular.
Los factores de crecimiento constituyen un gran sistema de
proteínas. Un grupo importante de
factores de crecimiento es el que integra la denominada superfamilia de
los factores transformadores del crecimiento b (TGFb), del
cual hay varios subtipos, con múltiples efectos sobre la función de la célula.
La miostatina se produce principalmente en el músculo
esquelético humano, desde donde se libera al plasma. Parece que los diferentes
grupos musculares expresan diferentes valores de miostatina. También se ha
detectado su expresión mediante técnicas de reacción en cadena de la polimerasa
y Western blot en el tejido adiposo y en el músculo cardíaco adulto.
La miostatina, una vez activa, inicia una serie de
reacciones químicas dentro de la célula que interrumpe la regulación genética
que conduciría a la síntesis de nuevas proteínas musculares.
Por lo tanto, la bioactividad de la miostatina se puede
regular en cualquier momento de su síntesis y secreción.
En el estudio que se presenta, se demuestra que la
folistatina: hepatoquina selenoproteina P (SeP), provoca resistencia al
ejercicio a través de su receptor de lipoproteína de baja densidad de receptor
de músculo proteína 1 (LRP1). Los ratones deficientes en SeP mostraron un
fenotipo de "super-resistencia" después del entrenamiento, así como
una mayor producción de especies reactivas de oxígeno (ROS), la fosforilación
de la proteína quinasa activada por AMP (AMPK) y el coactivador del receptor
activado proliferativo de peroxisoma (PPARGC) -1α También conocida como PGC-1α,
codificada por PPARGC1a) 10 expresión en el músculo esquelético.
Una vez dominemos estas vías señalizadoras, podremos
comprender mejor la distinta adaptación al entrenamiento en los deportistas,
así como la disminución, con la edad, del desarrollo muscular.
Misu H et al. Deficiency of the hepatokine selenoprotein P
increases responsiveness to exercise in mice through upregulation of reactive
oxygen species and AMP-activated protein kinase in muscle. Nat Med. 2017
Apr;23(4):508-516. doi: 10.1038/nm.4295. Epub 2017 Feb 27.
Abstract
Exercise has numerous health-promoting effects in humans;
however, individual responsiveness to exercise with regard to endurance or
metabolic health differs markedly. This 'exercise resistance' is considered to
be congenital, with no evident acquired causative factors. Here we show that
the anti-oxidative hepatokine selenoprotein P (SeP) causes exercise resistance
through its muscle receptor low-density lipoprotein receptor-related protein 1
(LRP1). SeP-deficient mice showed a 'super-endurance' phenotype after exercise
training, as well as enhanced reactive oxygen species (ROS) production,
AMP-activated protein kinase (AMPK) phosphorylation and peroxisome
proliferative activated receptor γ coactivator (Ppargc)-1α (also known as
PGC-1α; encoded by Ppargc1a) expression in skeletal muscle. Supplementation
with the anti-oxidant N-acetylcysteine (NAC) reduced ROS production and the
endurance capacity in SeP-deficient mice. SeP treatment impaired
hydrogen-peroxide-induced adaptations through LRP1 in cultured myotubes and
suppressed exercise-induced AMPK phosphorylation and Ppargc1a gene expression
in mouse skeletal muscle-effects which were blunted in mice with a
muscle-specific LRP1 deficiency. Furthermore, we found that increased amounts
of circulating SeP predicted the ineffectiveness of training on endurance
capacity in humans. Our study suggests that inhibitors of the SeP-LRP1 axis may
function as exercise-enhancing drugs to treat diseases associated with a
sedentary lifestyle.
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