Acidosis
Desde que uno empieza a realizar los estudios de la especialidad es consciente de que el homo sapiens es un animal, básicamente, preparado para esfuerzos prolongados en un medio de fuerte calor ambiental. No obstante, la evolución nos ha dotado de un mecanismo muy útil en situaciones de grave riesgo que nos obligaban a realizar esfuerzos de muy alta intensidad durante el tiempo necesario para huir del depredador y alcanzar el árbol más cercano.
Traducido a la práctica deportiva actual, vemos que carreras como los 400
mts en atletismo, se pueden realizar sin perder excesivamente la autoestima
comparándonos con otros animales (nuestra velocidad máxima apenas le permite a
un ganador de los juegos olímpicos escapar de un hipopótamo). Y esto a costa de
entrenamientos intensos y esfuerzos realmente agotadores obligando a nuestro
organismo a estados fisiológicos extremos (recuerdo una clase de fisiología,
cuando hacía la especialidad, en la que el profesor nos decía que la acidosis
sufrida por un corredor de élite de 400 mts era incompatible con la vida de un
sujeto no adaptado).
Con la práctica y el tiempo, hemos tenido que buscar las formas óptimas –dentro
de la legalidad- para ayudar a estos deportistas a soportar la acidosis de los
entrenamientos consiguiendo las máximas adaptaciones. En este sentido recuerdo
que la gran esperanza siempre ha sido alcalinizar artificialmente al organismo
y para ello, el remedio perfecto siempre se buscaba en el bicarbonato sódico,
el gran alcalinizante. Al utilizarlo, siempre aparecían dos factores; por un
lado la dificultad para alcanzar dosis efectivas sin producir trastornos
gastrointestinales y por otro, darlo en el momento adecuado (siempre previo al
entrenamiento o competición).
A finales de los noventa, la élite de la medicina deportiva de España
colaboró en una investigación patrocinada por un laboratorio para tratar de
evaluar si un citrato sódico que ellos empleaban en pacientes con enfermedad
renal, podía ser un sustituto eficaz del bicarbonato, resolviendo el inconveniente
de las molestias intestinales. Recuerdo que nosotros realizamos las
evaluaciones midiendo el pH sanguíneo (era un momento importante en la
fisiología del ejercicio ya que la tecnología nos permitía acceder a estos
valores con muestras sanguíneas similares a las necesarias para medir
lactatos). Pues bien, los resultados fueron espectaculares, si bien, nunca se
tradujeron en una aplicación práctica ya que el laboratorio no consideró
conveniente su puesta en mercado (cuestiones de marketing y análisis de costos
y ventas…). Yo pedí autorización personal al laboratorio para producir muestras
del producto en farmacia y utilizarlo en mis deportistas, pero nada más.
Ha pasado tiempo y las investigaciones han continuado con ahínco, llegando
en la actualidad a un punto muy interesante ya que los últimos estudios
publicados han introducido una novedad muy interesante, la utilización del
citrato sódico para alcalinizar antes del entrenamiento (horas….). Y…¡Oh sorpresa!
En donde ha sido más efectivo ha sido en mujeres con una práctica deportiva
baja.
Finalmente, el resultado del último metaanálisis realizado (con una
búsqueda bibliográfica que incluyó 59 estudios utilizables con 188
observaciones de efectos en el rendimiento), ha concluido con la recomendación
de una ingesta de bicarbonato de sodio de 0,3 a 0,5 g/kg para mejorar la
potencia media en un 1,7% en las carreras de alta intensidad y corta duración
(400 a 800 mts). Además, como nota relevante, se considera que el citrato de
sodio ingerido varias horas antes, proporciona efectos metabólicos, no bien conocidos,
que podrían añadirse a los efectos obtenidos con el bicarbonato.
Por cierto, que la ingesta de estos alcalinizantes aumenta las proteínas de choque térmico (HSP72), pero eso es otro tema que tocaré algún día....
Carr AJ, Hopkins WG, Gore CJ. Effects of acute alkalosis and acidosis on
performance: a meta-analysis. Sports Med. 2011 Oct 1;41(10):801-14
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