Marca doctor Villegas
Todos los lectores habituales de mis artículos sois
conscientes, desde mi primer escrito hace años, que sigo una línea un poco
alejada de los criterios más convencionales de la nutrición humana en el ámbito
puramente académico. Comencé a escribir a partir de la publicación del libro “La
alimentación de ayer, de hoy y de mañana”, en el que recogía datos
antropológicos -de hecho el autor del prólogo es un destacado antropólogo- que
entonces eran una novedad. Le puse al blog el nombre de dieta paleolítica,
recogiendo las tesis de un autor norteamericano por entonces poco conocido, Loren
Cordain y comencé a escribir.
Desde entonces estas tesis se han ido consolidando en el
ámbito extraacadémico, generando incluso un movimiento social conocido como “vida
paleolítica” que incluye hechos tan diversos como correr descalzo, realizar
entrenamientos basados en las acciones ejecutadas en el medio natural o comer
exclusivamente alimentos típicos del paleolítico medio (eliminando por completo
cereales y legumbres entre otros alimentos). En este sentido, he llegado a
recibir críticas furibundas por parte de miembros de estos movimientos que se
han quejado de la “poca pureza” expresada en mis opiniones al asumir la
necesidad de alimentos ricos en carbohidratos en determinados deportes, por
ejemplo.
No digamos en el ámbito académico, de donde procedo, ya que
en ese contexto se me ha criticado como oportunista y extremista, situándome al
margen del “saber científico” y de los consensos más generales, al criticar
conceptos como la dieta mediterránea que yo he considerado más comerciales que
rigurosos y científicos.
Con el tiempo he decidido apoyar a mi hijo en su proyecto de
crear una empresa con un fuerte compromiso social, dedicando mi tiempo a
asesorar gratuitamente a los interesados en nuestros productos, al tiempo que
he mantenido el fuerte compromiso divulgador manifestado en artículos,
conferencias etc. En este sentido, el tiempo nos enseñó a adecuar nuestras ideas
iniciales a la situación real de un mercado (el de los suplementos dietéticos)
en plena expansión y sometido a dos cuestiones de gran trascendencia; por un
lado, la presencia de una demanda que creaba una gran disposición económica, lo
que rápidamente generó la creación de empresas dispuestas a vender este tipo de
productos (con la enorme competencia que supone la gran diversidad). Y por otro
lado, la rapidez de crecimiento de este mercado que no se ha seguido al tiempo
por la autoridad regulatoria, lo que permite que los etiquetados y contenidos
de estos compuestos, se ajusten a normativas antiguas que no contemplan
aspectos técnicos de gran importancia. Un ejemplo es el producto estrella de
los suplementos, el concentrado de proteínas, cuya base es un compuesto con
gran esfuerzo tecnológico que es el aislado de suero de leche -de alto precio-.
Esta característica ha dado lugar a mezclas de concentrados de diversas procedencias,
más baratas, disminuyendo el coste y permitiendo la competencia desleal al no
indicar ese contenido en el etiquetado (permitido por una normativa poco
estricta y una vigilancia de cumplimiento insuficiente).
Han pasado años y, finalmente, he decidido poner mi propia
marca de suplementos, formularlos personalmente, adquirir la materia prima en
el laboratorio de confianza escogido y seguir la producción y distribución para
evitar, en lo posible, intermediarios, gastos publicitarios, marketing etc, que
obligara a ponerles un precio imposible de competir con los productos de pésima
calidad que hay en el mercado.
En el contexto actual he tenido que mantenerme firme en mi
criterio de ofrecer productos marca doctor Villegas, con eficacia demostrada,
al menos con un nivel B, que supone múltiples estudios en los que al menos dos
son de doble ciego (hay que tener en cuenta que la inmensa mayoría de los
suplementos no superan el nivel C). Esta actitud ha supuesto renunciar a
suplementos de gran interés comercial y con grandes ventas (pero que no
conseguían el nivel exigido).
¿Dónde está mi posición actualmente?
Pues sigo pensando en que nuestra alimentación actual
adolece de falta de fibra, vitaminas y minerales, y es muy exagerada en cuanto
a proteínas y grasas, lo cual eleva el contenido calórico de nuestra dieta y
genera obesidad, al mismo tiempo que es deficitaria en otros componentes
(paradoja de la sociedad industrial). Tomamos muchos carbohidratos simples y
los azúcares y la gliadina (glúten de muchos cereales) son claros inductores de
alteraciones de la microbiota intestinal con traducción inmediata en pérdida de
salud.
Tal como ya he expresado en diversas ocasiones, si
comparamos la ingesta de vitaminas y minerales de un cazador-recolector del paleolítico con un habitante
moderno de un país desarrollado (USA) observamos una pobreza importante, en
nuestra dieta actual, en la mayoría de vitaminas y minerales.
PALEOLÍTICO (mg/d)
|
USA (mg/d)
|
RELACIÓN
|
|
MINERALES
|
|||
CALCIO
|
1622
|
920
|
1,8
|
COBRE
|
12,2
|
1,2
|
10,2
|
HIERRO
|
87,4
|
10,5
|
8,3
|
MAGNESIO
|
1223
|
320
|
3,8
|
MANGANESO
|
13,3
|
3,0
|
4,4
|
FÓSFORO
|
3223
|
1510
|
2,1
|
POTASIO
|
10500
|
2500
|
4,2
|
SODIO
|
768
|
4000
|
0,2
|
CINC
|
43,4
|
12,5
|
3,5
|
VITAMINAS
ASCORBATO
|
604
|
93
|
6,5
|
FOLATO
|
0,36
|
0,18
|
2,0
|
RIBOFLAVINA
|
6,49
|
1,71
|
3,8
|
TIAMINA
|
3,91
|
1,42
|
2,8
|
VITAMINA A
|
17,2
|
7,8
|
2,2
|
VITAMINA E
|
32,8
|
8,5
|
3,9
|
Basado en 3000 kcal/d.
En el deporte recreativo, el trabajo
fuera de casa nos obliga a un tipo de alimentación basado en comidas
de preparación rápida, en las que abunda la grasa, los alimentos
enlatados, congelados, la comida preparada y sometida a procesos
industriales (grasas trans) etc. Nuestros hábitos alimenticios nos alejan de lo que han sido nuestros alimentos tradicionales durante
millones de años;
frutas salvajes, raíces,
pescado, animales salvajes a los
que roíamos los huesos. Cuando nos hicimos agricultores y ganaderos
cambiamos drásticamente nuestra alimentación, que pasó a depender de la
producción agrícola y del consumo de lácteos y carne de ganado de establo. Finalmente, en muy pocos años
hemos llegado a la situación actual, con una alimentación
refinada, sin fibra, con exceso de ácidos grasos saturados y un desequilibrio
entre los ácidos grasos n6 y n3, con déficit de hierro absorbible (hierro de
las vísceras y de la sangre que ya no son alimentos habituales)déficit de
calcio (que ya solo proviene de los
lácteos, ya que no tomamos espinas ni roemos huesos), de vitamina D por la baja
exposición solar etc.
En el deporte competitivo, la
investigación en el ámbito de la nutrición y suplementación aplicada al deporte,
ha avanzado tanto en estos últimos años, que desaprovechar esos conocimientos
no utilizando suplementaciones ergogénicas comprobadas, sería una pena.
Existe, por tanto, un nicho de
personas que necesitan suplementos para mejorar su rendimiento o mantener su
salud, pero tienen que respetarse dos premisas indispensablemente. De un lado,
la dieta debe ser lo más equilibrada posible y solo después de observar
déficits imposibles de evitar modificando hábitos de consumo (por ejemplo, la
necesidad de hierro de una chica que hace deporte y no quiere tomar alimentos
ricos en hierro absorbible, como la sangre o las vísceras), es cuando hay que
suplementar. Por otra parte, los suplementos deben tener la garantía de pureza
y efectividad que suponga la eliminación del fraude actual en el que nos venden
proteínas de soja a precio de aislado de suero de leche, o que nos imponen
publicitariamente la necesidad de productos cuya eficacia no se ha demostrado
en absoluto.
Ese es nuestro compromiso y nuestro
criterio firme manifestado en nuestra marca
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